Al regresar a Moscú luego de una visita a Venezuela, el primer ministro ruso se jactó el lunes de que había vendido al presidente Hugo Chávez otros 5 millardos de dólares en armas, una suma enorme para un ejército de América Latina. Horas más tarde, la primera reacción de P.J. Crowley, portavoz del Departamento de Estado de EEUU, cuando se le preguntó acerca del tema fue: "No nos importa".
Crowley agregó que Washington no veía que hubiera una necesidad legítima de adquirir todos esos equipos y manifestó preocupación ante la posibilidad de que los mismos "migren a otras partes de la región". Sin embargo, su primera reacción fue una muestra demasiado evidente de la constante complacencia con la que el gobierno de Obama ve el colapso político y económico y el deterioro de los derechos humanos que vive uno de los principales proveedores de petróleo de Estados Unidos y adónde puede llevar esa situación.
La última vez que dimos un vistazo a los acontecimientos en Venezuela, concretamente en enero, señalamos que la respuesta de Chávez ante la crisis económica de su país y la caída de su propia popularidad había sido intensificar la represión contra la oposición. Esta situación continúa: En las últimas dos semanas, el gobierno arrestó y acusó penalmente a tres importantes líderes opositores. Uno de ellos es un ex gobernador y ex candidato presidencial, quien dijo en una entrevista -con toda razón- que Venezuela se ha convertido en un paraíso de narcotraficantes y terroristas. Otro es el propietario de la última planta televisiva que se atreve a criticar a Chávez; y el tercero es un diputado de la Asamblea Nacional que ha denunciado hechos de corrupción que involucran a miembros de la familia del presidente.
Chávez emprendió acciones contra el ex gobernador Oswaldo Álvarez Paz después de que un juez español presentó un acto judicial que acusa al gobierno y las fuerzas armadas de Venezuela de facilitar contactos entre el grupo colombiano terrorista de izquierda FARC y la organización terrorista vasca ETA, que supuestamente estaban conspirando para concretar el magnicidio del presidente y otros líderes políticos de Colombia. El delito de Álvarez Paz fue hablar acerca de este asunto. El expediente sustentado en España constituye una de las numerosas pruebas que demuestran el apoyo que brinda Chávez al terrorismo. El presidente venezolano no ha ocultado para nada que prefiere las FARC antes que el gobierno democrático de Colombia.
Esto nos lleva a la última andanada de compras de armas rusas, que se suman a los 4 millardos de dólares en pedidos de equipos militares que Chávez había hecho a Moscú. El arsenal incluye tanques T-72, helicópteros MI-17 y aviones de combate avanzados -armas apropiadas para la guerra convencional con la que Chávez ha amenazado en varias ocasiones a Colombia.
La respuesta de la administración de Obama ha sido ignorar o no dar tanta importancia al tema. Ante los arrestos con motivaciones políticas, Washington reaccionó con superficiales muestras de preocupación. Las vastas evidencias de apoyo al terrorismo son ignoradas deliberadamente, para evitar que Estados Unidos se vea obligado a actuar en virtud de sus propias leyes, las cuales contemplan sanciones en estos casos. Con respecto al flujo de armas desde Rusia, cuya finalidad es intimidar a uno de los aliados más cercanos de Washington en América Latina, la administración de Obama responde públicamente: "No nos importa". Los colombianos -y los venezolanos promedio- sólo pueden esperar que esta asombrosa indiferencia tenga alguna justificación.
Traducción: Maryflor Suárez
Fuente: elUniversal.com