El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, le pidió a Israel ayer que destruya su armamento nuclear para alcanzar la paz en Medio Oriente mientras recibió al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, que está de gira en Latinoamérica.
Hablando en una ceremonia en la que juró para su segundo término en la oficina, Ortega atacó la “ocupación” americana de Afganistán e Irak, condenó el asesinato del ex líder libio Muammar Gaddafi y ofreció una corta despedida al dictador iraquí Saddam Hussein.
Ortega, junto con su aliado cercano, el presidente venezolano Hugo Chávez, defendió las intenciones de Irán de desarrollar energía atómica con propósitos pacíficos, una explicación que los poderes de Occidente dicen que es la fachada de un programa de armas nucleares. “Simplemente cuando se empiece a empujar para que haya conversaciones en las que los pasos sean que Israel entregue y destruya sus armas nucleares, estoy seguro de que empezará a haber una gran paz en la región”, dijo el ex guerrillero marxista.
En vez, los poderes occidentales están ignorando a aquellos con armas nucleares y amenazando a un país que solo quiere energía atómica con propósitos pacíficos, agregó Ortega, en referencia a Irán. “Cristo nunca dijo: ‘Israel ármate, ármate hasta los dientes’”, expresó el presidente de Nicaragua, cuyo discurso se movió lentamente de un tema al otro, apoyado por un acompañamiento musical de guitarras y cantos.
Ortega, de 66 años, suspendió los lazos diplomáticos con Israel en el 2010 en protesta contra el ataque mortal de los comandos israelíes a una flotilla turca que intentaba romper con el bloqueo de Gaza.
Se cree que Israel, el cual Ahmadinejad dijo que debería ser eliminado del mapa, tiene armas nucleares, pero nunca lo ha admitido formalmente.
Ahmadinejad está visitando a los líderes de izquierda de Latinoamérica conocidos por su antagonismo con Estados Unidos. Su visita se hizo luego de que la República Islámica profundizara sus tensiones con los poderes occidentales al amenazarlos con cerrar el Estrecho de Hormuz, el pasaje de barcos petroleros más importante del mundo, en respuesta a una nueva ronda de sanciones por su programa nuclear.