La guerrilla colombiana desmintió el lunes que el proceso de negociación con el gobierno esté en crisis, y en cambio acusó a medios de prensa y políticos colombianos de realizar una campaña mediática contra la paz.
"Lo que algunas cadenas radiales y otros medios de comunicación califican como la primera gran crisis de los actuales diálogos entre gobierno y FARC no pasa de ser otra de esas creaciones virtuales", dijo a la prensa el dirigente guerrillero y uno de los negociadores, Marco León Calarcá.
Calarcá, cuyo nombre legal es Luis Alberto Alban, leyó un comunicado del Estado Mayor Central de la organización, que encabeza Timoleón Jiménez un alias de Rodrigo Londoño y también conocido como Timochenko.
Las negociaciones prosiguen "de modo normal" y "nadie se ha puesto de pie o amenazado formalmente con retirarse", dijo el portavoz.
Los comentarios en torno a una crisis surgieron luego de que las FARC retomaran sus acciones cuando el 20 de enero levantaron un cese al fuego unilateral anunciado como gesto de buena voluntad al comienzo del diálogo y que no fue imitado por el gobierno.
En las semanas posteriores se reportaron ataques guerrilleros en el sur de Colombia, hubo policías capturados y soldados muertos en combate. El viernes murieron tres uniformados en una emboscada.
Como ejemplo de la supuesta tendenciosidad de los medios de prensa colombianos, las FARC acusaron a Caracol Radio, una de las cadenas más escuchadas del país y donde trabajan periodistas muy críticos de las acciones armadas de los rebeldes. También lamentaron la posición de algunos políticos.
"El ex presidente (Álvaro) Uribe difunde histérico las fotografías de unos agentes de la policía caídos en una emboscada, pero aplaudía emocionado en su momento las de (los comandantes) Raúl Reyes o Iván Ríos mutilados", dijo el comunicado leído por Calarcá.
Uribe es conocido por su mano dura frente a los guerrilleros, una política que llevó adelante durante su mandato entre 2002 y 2010, pero que no logró acabar con los focos rebeldes en la nación sudamericana.
"Antes que echar leña al fuego, aquellos que se califican a sí mismos como patriotas y bienhechores del país, debían de promocionar de modo franco y positivo el fortalecimiento de la vía dialogada", agregó Calarcá.
Representantes del presidente Juan Manuel Santos y de las FARC comenzaron el año pasado una serie de encuentros secretos que finalmente desembocaron en la instalación de una Mesa de Diálogo para la paz.
Su objetivo es poner fin a 50 años de conflicto, iniciado con la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia a comienzos de la década de 1960.
La Mesa de Diálogo se instaló oficialmente en octubre del 2102 en Oslo, Noruega y posteriormente se trasladó a Cuba, donde tiene su sede permanente.
Cuba, Noruega, Venezuela y Chile auspician las conversaciones que se basan en una agenda de seis puntos, entre ellos los problemas rurales y la tenencia de la tierra -actualmente sobre el tapete_, el resarcimiento a las víctimas, el combate al tráfico de drogas y la reinserción social de los rebeldes.
Según la declaración de las FARC, los supuestos enemigos del proceso de paz buscan "generar un escándalo de dimensiones internacionales con relación a los presuntos crímenes de humanidad cometidos por los insurgentes, llevar supuestas víctimas a los micrófonos y estrados, exacerbar y utilizar el dolor de las familias de los soldados y policías víctimas de la confrontación".
La idea es "obtener el repudio universal contra los insurgentes", agregó Calarcá. Las FARC cuentan unos nueve mil hombres en armas.
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