Ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes - Subcomités para el Hemisferio Occidental - Oriente Medio - Terrorismo, No Proliferación y Comercio
Gracias por la oportunidad de discutir, hoy con ustedes, el tema de Irán en América Latina. Creo que la creciente influencia de Irán es una amenaza importante para Estados Unidos y es una parte poco informada de la ecuación que está conduciendo a la inestabilidad y la incertidumbre en América Latina, desde la crisis en Honduras al rápido cierre del espacio para las libertades democráticas en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y en otros lugares donde la revolución bolivariana ha logrado un punto de apoyo.
Existe un amplio acuerdo que la extensión de los vínculos de Irán con Venezuela, forjados por la amistad personal entre los presidentes Mahmoud Ahmadinejad y Hugo Chávez, respectivamente, anclan las relaciones con Rafael Correa de Ecuador y con Evo Morales de Bolivia. Las relaciones de Irán con Nicaragua son ligeramente diferentes, dada la larga relación personal del presidente Daniel Ortega con los dirigentes revolucionarios iraníes, que datan desde su primer mandato como presidente (1979-1990).
Un segundo punto de acuerdo general es que Irán, que enfrenta sanciones internacionales por su no-transparente programa nuclear, está buscando, principalmente, apoyo político y de presión contra Estados Unidos, más que profundas relaciones económicas con América Latina. Las excepciones son inversiones relacionadas con minerales o hidrocarburos estratégicos.
Relacionado con esto está el tercer punto de convergencia: en general, las negociaciones de Irán en los frentes económico y diplomático, son mayormente opacas, construidas sobre la dinámica personal entre Ahmadinejad y los jefes de estado de América Latina. Estas relaciones personalizadas han suplantado, en gran parte, a las políticas institucionalizadas, conducidas con aportes de los congresos o gabinetes de los ministerios respectivos.
Un punto, final y más importante del acuerdo, es que el principal y único verdadero punto de convergencia entre Ahmadinejad y Chávez en el forjado de su relación, es su abiertamente declarada hostilidad hacia Estados Unidos y sus aliados, en particular Israel. Los dirigentes hacen un punto central el vincular, públicamente, las revoluciones bolivariana e iraní.
Este común deseo de construir una estructura de poder alternativa, libre de la percibida dominación del "imperio", como estos líderes llaman a Estados Unidos, es el única razón real de que populistas y autoproclamados revolucionarios, firmemente seculares gobiernos de América Latina, podrían hacer causa común con un régimen reaccionario e islamista teocrático, a miles de kilómetros de distancia.
Las relaciones comerciales entre América Latina e Irán siguen siendo mínimas, especialmente cuando se comparan con los vínculos comerciales de América Latina con Estados Unidos. Hay muy poca historia compartida o herencia religiosa y, prácticamente, no hay lazos culturales. Sólo una plataforma compartida de profunda aversión contra un enemigo común, puede explicar esta, de otro modo, improbable alianza.
En mi testimonio escrito discuto las relaciones entre Chávez, la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) - una organización terrorista designada como tal por Estados Unidos y la Unión Europea -, las actividades de Hezbolá en Venezuela y la doctrina militar basada en las estrategias radicales islamistas, abrazadas y adoptadas como doctrinas militares por Chávez. Me gustaría centrarme aquí en las instituciones financieras y las relaciones que Irán está creando en Venezuela y en otras naciones "bolivariana", particularmente en Ecuador. Esta cuestión fue planteada el mes pasado por el Fiscal de Distrito de Manhattan, Robert Morgenthau, cuya oficina tiene en curso varias investigaciones sobre compañías y bancos iraníes en América Latina. Quiero centrarme en una serie de relaciones que ponen de relieve esta oscura, no transparente telaraña.
Durante algún tiempo, se ha sabido que el Banco Internacional de Desarrollo, conocido como el BID, establecido en Caracas en septiembre de 2007, bajo muy inusuales circunstancias, es propiedad exclusiva de intereses financieros iraníes. El banco iraní Toseyeh Saderat, posee todas las acciones y siete de los directores del banco son ciudadanos iraníes, sin embargo, el BID está registrado como una entidad venezolana. El grupo banco Saderat fue sancionado por la Oficina de Controles de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de USA y por las Naciones Unidas, como un vehículo financiero del gobierno de Irán para financiar a Hezbolá, Hamas y otros grupos terroristas, y para eludir las sanciones financieras internacionales. El propio BID fue sancionado por la OFAC, en octubre de 2008, por sus vínculos con el Banco de Desarrollo de Exportaciones de Irán (EDBI). EDBI también fue sancionado por prestar apoyo financiero al Ministerio de Defensa de Irán y a las Fuerzas Armados Logísticas.
Sin embargo, el diario Hoy de Ecuador, reveló el mes pasado que, en diciembre de 2008, el Banco Central de Ecuador y EDBI firmaron un Protocolo de Cooperación en el que EDBI acordó ampliar las facilidades de crédito por $120 millones, para ayudar a estimular las importaciones y exportaciones entre los dos países. El documento compromete a las naciones a encontrar formas de ampliar "las relaciones bancarias mutuas" de los dos países. El artículo seis del Protocolo declara: "EDBI manifiesta su disposición a establecer una sucursal del Banco Internacional de Desarrollo - BID - en la República de Ecuador y el Banco Central de Ecuador allanará el camino para tal acto. "
Dos cosas se destacan: La primera es la cantidad total de las exportaciones e importaciones entre Ecuador e Irán, que en los últimos dos años ha sido menor a $1 millón. Así que una línea de crédito de $120 millones no es proporcional a ninguna de la real actividad comercial. La segunda cosa es que EDBI, como un banco iraní, está ofreciendo a abrir una sucursal del BID en Ecuador, lo que confirma que el BID es, de hecho, un banco iraní en lugar que una entidad venezolana.
Las preocupaciones acerca de estas y otras inusuales actividades, envueltas en secreto oficial, serían fácilmente desestimadas, si no fuera por una antigua y compleja red de relaciones entre actores estatales y no estatales, que llevan a cabo las relaciones de Irán con sus aliados de América Latina.
Irán es el patrocinador principal de Hezbollah, una organización terrorista que ha llevado a cabo numerosos ataques contra ciudadanos estadounidenses, así como también ataques en Argentina. Irán, a su vez, tiene una cordial relación con Chávez, quien, a su vez, ha desarrollado una estrecha relación con las FARC en la vecina Colombia. Otro actor regional importante, Ortega en Nicaragua, ha mantenido una estrecha relación, tanto con las FARC como con Irán, durante más de dos décadas. El común denominador entre los protagonistas estatales, es la plataforma fuertemente anti-estadounidense y el patrocinio de grupos armados no estatales que operan fuera de sus fronteras nacionales. Es, por lo tanto, necesario preguntarse si los actores no estatales, protegidos por sus patrocinadores estatales, formarán, ellos mismos, alianzas que amenazarán aún más la estabilidad de la región, así como también la de Estados Unidos. Es de primordial preocupación una posible alianza Hezbolá-FARC, centrada en el entrenamiento de grupos armados y en el tráfico de drogas.
Dados los vínculos de Irán con Hezbolá y Venezuela, los vínculos de Venezuela con Irán y las FARC, la historia de las Farc en la creación de alianzas con otros grupos armados, y la presencia de Hezbolá y otros grupos armados islámicos en América Latina, sería imprudente descartar esta alineación como una molestia. Es, en cambio, una directa y creciente amenaza para Estados Unidos y para América Latina.
Fuente: DouglasFarah.com
Traducción para proisrael.org : José Blumenfeld