Quien haya leído la Tercera que ayer publicó William Hague puede tener una medida de a quién está dando su apoyo el presidente Lula. Los que tienen -en verdad los que tenemos- admiración por los logros económicos del sindicalista devenido presidente, también tienen razones para manifestar su preocupación por el radicalismo de la política exterior brasileña.
Que Brasil se haya quedado sólo con el Gobierno islamista de Turquía en su apoyo al programa nuclear de Irán es una señal que debe ser una advertencia inequívoca. Pero hay muchas otras señales. El pasado febrero Lula estaba de visita en Cuba el día en que murió Orlando Zapata. Todo lo que el presidente brasileño tuvo que decir sobre esa muerte es que era una más de las muchas muertes de huelguistas de hambre que a lo largo de la Historia habían sido ignoradas. Yo vivía en Inglaterra el 5 de mayo de 1981, día en que murió por una huelga de hambre un terrorista llamado Bobby Sands y ello me permite asegurar al presidente Lula que no todos los huelguistas de hambre muertos han sido tratados de igual manera por la izquierda de este mundo.
Lula se ha mantenido como fiel aliado del tirano venezolano, Hugo Chávez, mientras éste ha ido destruyendo meticulosamente las instituciones democráticas de su país, ha dado amparo en su régimen a etarras y ha colaborado con las FARC en su intento de acabar con las democracia colombiana. Por no hablar de la actitud de Lula en Honduras. No entremos en su defensa del golpista Mel Zelaya, vayamos al presente, cuando Hillary Clinton ha pedido la vuelta de Honduras al seno de la Organización de Estados Americanos. Para Brasil, Honduras todavía tiene que dar muestras de democratización. En concreto, las que Brasil no pide a Cuba. ¿Este Lula es el estadista que tanto jalean algunos?
Fuente:OffNews.info