Existe aproximadamente medio millón de musulmanes, la mayoría de origen árabe, pero también criollos convertidos. 15 centros están repartidos en 10 estados del país y hay 4 mezquitas, entre ellas la de Caracas, considerada, junto a la argentina, la más grande de Latinoamérica.
El pasado domingo, un teniente coronel del Ejército y un coronel de la Armada decidieron asumir, en la mezquita de Caracas, los mandatos que hace casi 20 siglos Mahoma dio a su pueblo. Este mismo año, ya lo había hecho un empleado de la Alcaldía de Caracas y el comisario de la Policía Técnica Judicial, Armando Lazo, que argumenta su decisión diciendo que “definitivamente, ser musulmán es reforzar tu propia religión. Dios es uno solo, no está dividido”. En total, 29 personas nacidas en el país, y sin antepasados árabes, acogieron el Islam este año como fe, y 280 criollos lo han hecho desde la apertura del templo en la capital, en 1993. No fueron obstáculos las distancias geográficas, el idioma, las diferencias culturales y aún menos, los prejuicios que, después de los atentados terroristas a las Torres Gemelas, muchas personas han difundido, metiendo en un solo saco y sin diferencias a todos los seguidores de las distintas corrientes de esta religión.
Lejano a los hechos del 11 de septiembre -que han hecho que mucha gente asocie el terrorismo con los musulmanes-, en la creencia la palabra paz es una bandera. Tanto, que la raíz del nombre Islam (Silm) y paz sean prácticamente lo mismo, y usan este término constantemente en salutaciones y oraciones. El problema, lo explica Abdala Al Colombi, encargado de la Mezquita de Caracas, es que la religión se ha dividido en muchas corrientes, y muchas no cumplen con los principios.
No es una secta cerrada, sino una creencia que numerosas personas asumen como convicción cuando son adultas, pues piensan que es integradora. Abdul Rahman, un contador público nacido en Nicaragua, de madre católica y padre musulmán, expresa: “Visité todas las iglesias para ver cuál me indicaba el camino. Tomé el Islam porque afirma que sólo hay un Dios, y uno tiene que luchar contra uno mismo para obedecerlo”.
Esta fe es un modo de vida, la última de las tres religiones centrales. Sus seguidores sólo adoran a un único Dios y no consideran al último profeta Muhammad (Mahoma) como tal, sino como un mortal encargado por Él para enseñar su palabra y tener una vida ejemplar. También creen que, antes de Muhammad, Jesucristo y Moisés fueron algunos de los muchos profetas que tuvieron la misma misión. Es decir, sostienen que Jesús fue profeta, pero no es el Hijo de Dios, y que la Biblia es un libro auténtico. Según datos de la revista Al Kauzar, de Kuwait, 1.600 millones de musulmanes existían en el mundo hasta agosto de 2000. En Estados Unidos hay 6 millones, y en Latinoamérica unos 6 millones más. De Venezuela hay datos muy imprecisos; Abdala Al Colombi, sostiene que en el país hay unos 200 mil árabes, de estos 80% son musulmanes, y que apenas 10 mil practicantes están en Caracas. El director del Colegio Venezolano Islámico, Hayat Alí, declara que son 800 mil, con un margen de 15% de error. La Dirección de Cultos del Ministerio del Interior no maneja cifras, y los medios de comunicación social han publicado constantemente que son 500 mil. Sin embargo, la asistencia a la mezquita es pequeña en comparación con este total: este templo tiene una capacidad de 1.400 personas “y no se llena”, según comenta Al Colombi.
De visita en la mezquita
Hay muchos mitos en torno a la mezquita de Caracas (ubicada en Quebrada Honda, cerca de la estación Colegio de Ingenieros) que hacen que mucha gente se inhiba de visitarla. Es posible acercarse los domingos a las 5:00 de la tarde y asistir a las conferencias que semanalmente se dan allí. Las mujeres pueden entrar dentro del templo y orar, aunque para quienes no son musulmanas quizás las condiciones pueden parecerles discriminatorias: Las damas deben vestirse con unas batas largas con capucha, que prestan en la entrada principal “para tapar los encantos”. Los días en lo que hay mucha concurrencia, las féminas tienen que orar en una mezzanina, separadas de los hombres. Todos deben descalzarse. La mezquita se financia gracias a los recursos dados por su fundador, Sheik Ibrahim Bin Abdulaziz, una persona de Arabia Saudita dedicada a hacer muchas obras benéficas en todo el mundo. Cuando murió, sus hijos decidieron hacer templos en Rusia, Gibraltar, Nairobi y Venezuela. Una fundación con el nombre de este musulmán paga los sueldos de los empleados.
Explica Abdala que no son muchas las exigencias para ser musulmán, aunque esto no se conozca en occidente. “Es fácil adherirse. La persona deben tener conocimiento del Islam, se le hacen preguntas para saber qué claridad tiene y, si está listo, se le hace la atestiguación, que es una profesión de fe”. Y hasta se puede llegar a altas jerarquías teniendo un origen latino. Es el caso de Abdala Al Colombi, un colombiano cuyo nombre legal es Alvaro Hernández, quien asumió la religión a los quince años y fue a estudiar a Arabia Saudita, administró el centro islámico de Maicao y actualmente es Shaij (una especie de predicador) de la mezquita de Caracas. “El profeta permite que cuando un musulmán tenga nombre extraño, adopte una denominación árabe”. En su caso, Al Colombi se relaciona con su origen colombiano. Desde el colegio En El Paraíso está ubicada la única escuela musulmana del país. Se trata del Colegio Venezolano Islámico, fundado hace 25 años, y dirigido por Hayat Alí. Es un instituto educativo como cualquier otro, sólo lo diferencia la mezquita y que, como parte del uniforme, las muchachas deben llevar el mandil, o manto para cubrir su cabello. Cuenta con una población de 160 estudiantes, y abarca del preescolar hasta 9º grado.
El objetivo es aumentar hasta el ciclo diversificado, pues muchos padres musulmanes no saben dónde inscribir a sus hijos (sobre todo hijas) para que estudien después y, por temor, prefieren que dejen la escuela. “La idea inicial fue tener un sitio donde la población pudiera tener a sus niños educándose en un ambiente musulmán; sin embargo, 20% del alumnado no es árabe ni tiene esta religión, no estamos cerrados a aceptar muchachos de otras religiones”, aseguró Hayat Alí. Adicional a la carga horaria impuesta por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, los estudiantes reciben clases de árabe y religión, 2 horas a la semana cada una. “Este colegio es garantía de bienestar y seguridad para los hijos de los musulmanes.” Aclaró que las clases de culto se dictan “desde el punto de vista histórico y ético, no dogmático”. El colegio se adapta a las tradiciones y cultura del Islam: “Pronto, en el mes de Ramadán, como los muchachos hacen ayuno, la educación física se hace más exigente, por ejemplo”. Parte de la población estudiantil está conformada por árabes que aprenden castellano en la institución. A la población no musulmana no se le intenta adoctrinar, pero tienen que seguir las costumbres, por ejemplo usar el mandil.
Para María Prieto, que estudia tercer año, usarlo le parece algo normal “no me da pena”, dijo. Es católica, pero expresó que le gusta el Islam “es casi la misma religión que la de aquí”. Destaca Alí que los niños que egresan de la institución aprenden a ser humildes “saben que están siempre por debajo de algo, ese algo es Dios”. Para muchos muchachos musulmanes la existencia de este colegio les alegra, porque se les ha dificultado hacer amigos de otras religiones. Manar Alchafai, de 13 años, quien nació en El Líbano y aprendió español en el colegio, destacó que “en la calle algunos no me tratan bien, porque creen que soy diferente”. Murfi Awad, de 13 años, añadió: “Me gusta que casi todos somos de la misma religión y podemos conversar en árabe”. Susana Ayache, de 14 años, nacida en el Líbano resumió: “Me gusta este colegio porque es musulmán y también porque es venezolano”.
En el interior
15 centros islámicos, casi todos asociaciones civiles, funcionan en la capital y en 9 estados del país: Anzoátegui, Aragua, Bolívar, Carabobo, Falcón, Nueva Esparta, Yaracuy, Vargas y Zulia. Existen mezquitas en Maracaibo, Caracas, Valencia y Margarita. En Maiquetía, estado Vargas, los musulmanes se reúnen eventualmente, tienen conformada su asociación civil, pero no cuentan con sede fija. En Margarita, además de contar con una mezquita, la comunidad está convertida en una asociación civil desde hace más de 20 años, conformada por unos 2 mil musulmanes, la mayoría de origen árabe, pero también hay venezolanos; están en proceso de construcción de un colegio. En El Tigre, estado Anzoátegui, hay dos sedes. La primera, el Centro Islámico del Sur, fue instalada en 1988, realiza actividades religiosas, culturales, cuenta con canchas deportivas propias y está haciendo su propia mezquita; está integrada por unas 700 personas. La segunda es más reciente, está en un pequeño barrio donde existe una comunidad guyanesa que se ha congregado para hacer sus oraciones.
Prácticas de la fe
Atestiguación: Las dos oraciones básicas: “Doy fe de la existencia de un solo Dios” y “Doy fe de que Muhammad es Su último mensajero”, deben renovarse a diario.
Oración (Salah): Los musulmanes oran cinco veces al día (al amanecer, mediodía, media tarde, atardecer y noche) y deben hacerlo los 365 días del año. En el Medio Oriente asisten a las mezquitas, pero como en Caracas se puede hacer dificultoso, deben orar siempre buscando la dirección de La Meca, que es también hacia donde está orientado el templo de la capital, así como todos los que hay en el mundo. Antes de las oraciones deben lavarse brazos, cara, orejas, cabeza y piernas, además de la boca y nariz por dentro.
Azaque (Zakat): Es un dinero obligatorio que dan los ricos a los pobres una vez al año. Tiene base en el capital obtenido en el período, aproximadamente 2,5% de las ganancias. Todo lo que dé queda entre él y Dios, es una prueba de honestidad. Este donativo (que puede llegar a ser una gran cantidad) se entrega a una persona o familia que se sabe dará un uso adecuado. Eso asegura, además, a la persona rica más ganancias.
Ayuno (Saum): Comienza en el noveno mes, Ramadán, que en el calendario islámico inicia este año el 16 de noviembre. Es el mes del calor excesivo. Se ayuna durante 30 días, desde antes de la salida del sol hasta la puesta. Se come poco antes del amanecer, y luego después del atardecer. Es un ejercicio de la paciencia y ayuda a liberar muchas toxinas. Los niños lo hacen después de la pubertad.
Peregrinación (Hayy): Es la visita a los lugares sagrados de La Meca. Se hace durante cuatro días, del 8 al 12 de diciembre, y debe llevarse a cabo al menos una vez en la vida, si se tienen las posibilidades económicas.
Fuente: http://www.hispanicmuslims.com/articles/other/venezuela.html