Contrario a lo que se cree, al menos la mitad de la población musulmana que vive en Bogotá son conversos de origen colombiano. Por eso, el Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones (CETRE) de la Universidad del Rosario, decidió realizar un estudio en tres etapas sobre la presencia islámica en Colombia. Los investigadores consideraron necesario profundizar en los fenómenos de conversión, las relaciones sociales, de género y los procesos de cambio y continuidad de las comunidades.
Diego Castellanos, del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones, explicó que en la primera etapa del trabajo la investigación se centró en el área urbana de Bogotá, con lo cual lograron identificar los principales grupos de musulmanes y sus particularidades. Así, se propusieron entender las complejas dinámicas que se dan dentro de las comunidades musulmanas que intentan conciliar la herencia islámica y el contexto colombiano.
El proceso de diálogo entre ambas visiones no ha sido fácil, máxime cuando implica comprender las circunstancias particulares que afectan al mundo contemporáneo, en el cual los límites entre lo que tradicionalmente era conocido como “cultura nacional” y las realidades sociales se revelan como múltiples.
Una gran religión
El Islam es una de las tres grandes religiones monoteístas y pertenece al tronco de las religiones abrahámicas. En términos numéricos constituye la segunda religión del planeta, con unos 1.350 millones de fieles, es decir, un quinto de la población mundial.
La palabra Islam proviene de la lengua árabe y, aunque su traducción presenta algunas dificultades, tiene que ver con los conceptos de paz, sumisión y obediencia. En consecuencia, hace alusión a un sistema en el cual impera la paz que debe nacer del interior del creyente y además, ser compartido socialmente. Musulmán es aquel que decide someterse a la voluntad de Dios y que se identifica con tres creencias básicas: creer en que Dios es uno solo, creer en la existencia de profetas como mensajeros entre Dios y la humanidad; y creer en la vida después de la muerte y en el juicio final.
Pese a la unidad de creencias y prácticas, existen diferencias debidas al desarrollo histórico de esta civilización, surgida en torno a la revelación y a la interpretación del mensaje divino. Las dos corrientes principales del Islam las constituyen el sunnismo y el chiismo.
El Islam en América Latina
Los primeros rastros de presencia musulmana en el continente se remontan al período colonial, con la llegada de algunos moriscos, musulmanes españoles obligados a convertirse al cristianismo. Además, los esclavos de origen africano provenían en muchas ocasiones de territorios musulmanes, por lo que ha sido posible a los historiadores rastrear las huellas de su presencia, la cual ya no se discute.
Aunque en lugares como Brasil logró existir cierta continuidad (que se reflejó en las rebeliones esclavas de la primera mitad del siglo XIX, algunas de las cuales tuvieron un alto componente ideológico islámico), en general no es posible considerar que se lograran constituir comunidades musulmanas, por lo que dicha presencia no puede relacionarse con las comunidades actuales.
La presencia actual de musulmanes en Colombia y América Latina se relaciona con el inicio, a finales del siglo XIX, de las migraciones provenientes de Medio Oriente que involucraron especialmente a árabes de las zonas dominadas por el Imperio Otomano. Debido a que su pasaporte los identificaba como súbditos del Imperio, han sido catalogados como turcos, lo cual ha generado malos entendidos, ya que ciudadanos turcos sólo llegaron de manera muy tardía al país y en un número reducido. La mayor parte de los inmigrantes profesaba la fe cristiana, en su variante maronita. Sin embargo, en países como Argentina y Brasil la importancia numérica de los musulmanes permitió la creación de comunidades organizadas.
Una segunda oleada se produjo hacia los años setenta del siglo anterior, cuando la Guerra Civil en el Líbano afectó especialmente a la población de regiones de mayoría musulmana.
El Islam en Colombia
No existe un estudio acerca del número de musulmanes en Colombia. Algunos cálculos generosos hablan hasta de 85.000. Sin embargo, estimativos de los investigadores, hechos con base en la información de miembros de las comunidades, les permitieron establecer una cifra de alrededor de 10.000 musulmanes en el país, de los cuales unos 1.500 estarían localizados en Bogotá.
Aunque Colombia también recibió la migración árabe de finales del siglo XIX, el bajo número de musulmanes no permitió el establecimiento de comunidades en las cuales se transmitieran los valores religiosos del Islam. Esto sólo fue posible a partir de mediados del siglo XX, cuando la continua migración permitió a algunos pensar en el establecimiento de lugares de oración.
En cifras, la comunidad más importante del país se encuentra localizada en Maicao, en el departamento de La Guajira. Allí, el flujo de libaneses atraídos por el comercio permitió la creación del Colegio Colombo Árabe “Dar al Arkam”, a mediados de los años ochenta, y la construcción de la mezquita “Umar Ibn al - Khattab”.
Aunque la mayoría de los casi tres mil musulmanes son sunníes, también existe un buen número de chiítas; éstos han construido un lugar especial, la Husainiyya, para la conmemoración de sus celebraciones religiosas particulares. Debido a la importancia de esta comunidad, los centros islámicos que se han creado en años recientes en otras ciudades del Caribe, tales como Santa Marta, Cartagena, Barranquilla, Riohacha o Valledupar, han nacido de iniciativas de musulmanes de Maicao o reciben su colaboración.
En Buenaventura existe una comunidad musulmana casi en su totalidad chiíta que reviste, además, dos particularidades especiales: es la más antigua registrada en Colombia, en 1974, bajo el nombre de “Comunidad Islámica de Colombia”, y está conformada por afrocolombianos conversos. Los inicios de esta comunidad se remontan a los años sesenta, cuando la influencia del movimiento norteaméricano Nation Of Islam llegó al puerto a través de trabajadores estadounidenses de los barcos. Sin embargo, hacia los años ochenta hubo un cambio de orientación y gracias al apoyo prestado por Irán, algunos de sus miembros estudiaron en la ciudad de Qom, lo que atrajo la comunidad hacia el chiísmo.
Otros grupos de musulmanes existen en casi todas las ciudades importantes del país, aunque en la mayoría de sus casos su número es menor y su conformación reciente. Así, existen organizaciones musulmanas en Medellín, Pasto, Bucaramanga, Cali, Armenia, Villavicencio y San Andrés, en donde existe otra mezquita de menor tamaño que la de Maicao.
Diversidad islámica en Bogotá
Contrario a lo que podría pensarse, el Islam en Bogotá no constituye un todo homogéneo. Por el contrario, es posible encontrar representantes de casi cualquier tendencia importante existente dentro del Mundo Islámico. La mayor parte está conformada por musulmanes sunníes, pero existe también una población chiíta bastante visible y otras manifestaciones minoritarias. La mayor parte de los sunníes son de origen árabe, aunque los conversos casi los igualan en número. Dicha población árabe es en su mayoría de origen palestino, le siguen los libaneses, y en menor número, sirios, egipcios, argelinos, marroquíes, iraquíes y kuwaitíes. Además, es posible encontrar musulmanes provenientes de otros lugares de Asia como Pakistán, India e Indonesia; del África provienen musulmanes de Gana, Togo y Somalia. Recientemente han llegado al país musulmanes europeos y norteamericanos, aunque su número es bastante bajo.
Desde hace algunos años han ingresado al país ciudadanos turcos, lo cual es una novedad ya que hace diez años esta población era casi inexistente. La población chiíta está conformada básicamente por persas, provenientes de Irán y por conversos colombianos.
La mayor parte de los musulmanes se concentra en la musala o sala de oración situada en un cuarto piso en el centro de la ciudad. Este lugar fue establecido por la Asociación Benéfica Islámica de Bogotá hace casi treinta años y se encuentra dirigido actualmente por Ahmed Tayel, ciudadano sirio nacionalizado colombiano, quien se encarga de las funciones de Imam al dirigir la oración y la instrucción de los musulmanes.
Otro grupo sunní, aunque de menor tamaño, es el dirigido por Carlos Sánchez, colombiano converso al Islam quien se distanció del grupo anterior debido a diferencias doctrinales. Este grupo, conformado principalmente por colombianos conversos al Islam, se reúne en la Mezquita “Estambul”, ubicada en el barrio Palermo, cerca de la Misión Palestina en Colombia. Su pensamiento se relaciona con aquel desarrollado por algunos reformistas musulmanes que pretenden un regreso a las fuentes originales de la Revelación, el Corán y las tradiciones proféticas. En esa medida, rechazan el chiísmo y el sufismo como parte del Islam, a la vez que buscan concentrarse en los aspectos legalistas de la religión.
En el año 2005 llegaron miembros del movimiento Fethullah Gülen, de origen turco, quienes han desarrollado una interesante actividad académica y empresarial, que incluye la creación de un centro de estudios acerca de su país, un centro de educación no formal y una empresa de exportaciones. Además de facilitar el contacto entre políticos y académicos de ambas naciones, actualmente construyen un colegio en cercanías de Bogotá.
Los chiítas, que en general se reunían en la musala del Centro, han adquirido una casa cerca al coliseo cubierto El Campín, la cual han denominado Mezquita al - Reza, en memoria del octavo Imam descendiente de Mahoma. Aunque se planean reformas a la edificación, que incluyen la construcción de una cúpula y dos minaretes, además de la venida de un clérigo iraní, ya se han realizado algunas actividades tales como la conmemoración del asesinato del nieto del Profeta en Karbala.
Cerca al Concejo de Bogotá se encuentra el Centro Cultural Islámico que, aunque no cumple con funciones religiosas propiamente dichas ni reúne a una comunidad, ha facilitado el reconocimiento de los musulmanes en medios de comunicación y centros educativos. Sus directores son Julián Zapata y Fanny Ochoa, quienes realizaron estudios en Irán y se han vinculado al diálogo interreligioso.
Las experiencias místicas están representadas por algunos grupos sufíes, de los cuales al menos uno, que reúne a discípulos de la tariqa Mevleví, reconoce su vinculación con el Islam. Otros consideran que es posible ser sufí sin ser necesariamente musulmán, por lo que se reúnen en lugares distintos a los citados y no suelen practicar los rituales islámicos. Ésto, por supuesto, es observado con recelo por parte de los musulmanes, quienes consideran que ambos conceptos son indivisibles.
Además de este Islam institucional, se observó que muchos de quienes se reconocen como musulmanes no pertenecen a ninguno de los grupos organizados ni realizan de manera comunitaria los actos rituales. Aunque la mayor parte de los árabes se dedica a actividades comerciales, muchos musulmanes extranjeros vienen contratados por empresas cuando no son funcionarios diplomáticos. Así, mientras que los primeros inmigrantes poseían un bajo nivel educativo, la mayor parte de los que ingresaron recientemente y los descendientes del primer grupo, poseen formación profesional.
Aunque las conversiones al Islam en Bogotá se iniciaron hace unos cuarenta años, este fenómeno se intensificó a partir de los años noventa, y especialmente desde los atentados de 2001 contra el World Trade Center. Sin embargo, no es posible reducir el fenómeno a una sola causa. Son muchas las razones que llevan a un colombiano a convertirse al Islam, sin desconocer el atractivo propio de una religión que a la vez que practica es profundamente espiritual, y en la que los dogmas no son especialmente difíciles de asimilar. Mientras que hay quienes llegan a esta religión por una curiosidad intelectual, otros lo hacen movidos por una intensa búsqueda espiritual que los ha llevado a un peregrinar religioso.
Debido a la imagen transmitida por los medios de comunicación, algunos ven en el Islam un discurso anti-imperialista, por lo que se hacen musulmanes con una visión bastante política. Otros bogotanos llegan al Islam a través del misticismo sufí, al cual vinculan inicialmente con corrientes de Nueva Era y tan sólo después de un tiempo llegan a reconocerse como musulmanes. No deja de ser interesante que uno de los móviles principales de conversión entre la población femenina, aunque no únicamente en ésta, es el deseo de establecer una relación matrimonial con una persona que profesa esta religión, lo cual hace dudar a algunos de la seriedad de dichas conversiones. Cabe decir que, aunque los primeros conversos fueron en buena parte de ingresos económicos modestos, muchas veces empleados de musulmanes, en años recientes el mayor número se ha dado dentro de población joven con formación universitaria.
Este atractivo del Islam, además de las causas antes citadas, se ha visto fortalecido por modas orientales como la danza árabe, la música oriental, las pipas de agua e incluso, telenovelas como El Clon.
El papel desempeñado por las mujeres es diverso, de acuerdo con el grupo cultural y la posición económica. Pese a que las mujeres de origen asiático tienden a conservan un lugar reservado al hogar, muchas han realizado estudios profesionales y tienen un papel muy activo dentro de la comunidad. En el caso de las musulmanas colombianas algunas adoptan una posición sumisa y, al casarse con un musulmán, delegan en su esposo buena parte de las cargas sociales; mientras que otras consideran que es posible ser musulmanas sin adoptar esta posición. De hecho, aunque casi todas las musulmanas suelen llevar el velo que cubre su cabello, la mayoría lo hace por decisión propia y no, como podría suponerse, por obligación, llegando a constituirse en un símbolo de identidad y virtud del cual se enorgullecen.
Durante unas cuatro décadas, esta clase de fenómenos sociales y religiosos permaneció oculto no sólo para la sociedad, sino para el mundo académico, en el cual se ha privilegiado el estudio de otras tendencias como los neopentecostalismos o las tradiciones indígenas, lo que ha hecho invisible a una población que pese a no tener políticas proselitistas ha venido creciendo y consolidándose en la vida cotidiana del país.
Tras sus observaciones, los investigadores pudieron concluir que los musulmanes en Bogotá siguen unas dinámicas propias que los diferencian no sólo de los provenientes de países de mayoría musulmana, sino de los de otras regiones de Colombia. Según el Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones, además de las dinámicas propias de la realidad local, el Islam en Bogotá está inmerso en ejes de influencia nacional, continental y mundial. En su adecuación al contexto nacional y a las singularidades propias de los colombianos, los musulmanes han generado unas manifestaciones locales particulares cuyo desarrollo, lejos de ser pasajero, ha entrado a enriquecer la diversidad existente en el país.
Las corrientes del Islam
El sunnismo es el mayor grupo dentro del Islam y, generalmente, ha sido considerado como el representante de la ortodoxia. Literalmente la palabra sunní quiere decir tradición, pero al igual que otras tendencias, su situación actual sólo puede ser entendida si se observa su desarrollo histórico. A su vez, el chiísmo ha sido visto como una interpretación más libre del Islam, afectada en cierta manera por costumbres y tradiciones de las sociedades por donde se expandió el Islam. Por supuesto, esta visión es también discutible. Para un chiita su visión siempre va a estar de acuerdo con la ortodoxia. Ambos comparten las mismas bases doctrinales y siguen el mismo texto sagrado, el Corán, y reconocen la tradición profética que llega hasta Mahoma.
Sin embargo, la diferencia principal, aunque no la única, la constituye que los chiítas creen que tras su muerte los descendientes de Mahoma eran quienes debían dirigir la comunidad islámica, mientras que lo sunníes creen en los méritos personales y el consenso.
Junto a estas tendencias existen quienes han buscado una vivencia de la fe de manera más intensa y personal que la que se desprende de las costumbres y el derecho islámico.
Este conjunto de vivencias y experiencias, transmitidas a través de órdenes religiosas que preservan el pensamiento de grandes místicos, suele ser denominado como sufismo. La relación entre los sufíes y los teólogos no siempre ha sido fácil, pero en muchos momentos ha existido un reconocimiento y aprendizaje mutuo.
Fuente: http://www.webislam.com/?idn=12577