Si una cualidad tienen los gobiernos es estar bien informados. Para ello tienen oficinas de inteligencia y recursos -financieros, materiales y humanos- para intentar anticiparse a actos que pongan en riesgo la seguridad de sus gobernados y/o la soberanía nacional, y poder enfrentarse a terribles flagelos internacionales como el terrorismo.
En los últimos días (semanas) se han registrado algunas declaraciones, eventos y encuentros, que nos dejan entrever que el tema de la frontera sur de México ya se puso en la agenda internacional como una prioridad para nuestro país, Estados Unidos y también para Centroamérica.
Van algunos sucesos que se han presentado y que lo invito, a usted estimado lector, a que analice conmigo. Primero llegaría el presidente Barack Obama a nuestro país, donde hizo un amplio reconocimiento al gobierno de Enrique Peña Nieto. El mandatario norteamericano destacó mucho la importancia de la colaboración de nuestro país en diversos temas de su agenda, entre ellos, la seguridad. Días después, el presidente Peña viajaría a Guatemala, donde después de participar en un encuentro con empresarios de ese país, se reuniría con su homólogo, Otto Pérez Molina. En la declaración conjunta anunciarían una cumbre en materia de seguridad binacional tomando como prioridad la frontera sur de México. Al día siguiente, el presidente Peña -en el Día de la Marina-, en tierras chiapanecas, anunciaría que la Marina coordinaría las acciones de seguridad en la frontera sur y que se desarrollaría en breve un encuentro de seguridad con los gobernadores de la región sur-sureste con el secretario de Gobernación. Así sucedió, llegarían a Tapachula los mandatarios de Veracruz, Campeche, Oaxaca, Quintana Roo y desde luego el de Chiapas, quienes se reunieron con el gabinete de seguridad federal.
Por su parte el Departamento estadounidense de Estado, descartó (el pasado 30 de mayo), la presencia operativa de organizaciones terroristas en México y afirmó que los grupos criminales que existen en nuestro país carecen de motivaciones políticas e ideológicas.
Mientras que, hace menos de una semana (el 6 de junio), el presidente Enrique Peña Nieto dio a conocer una propuesta legislativa, que de aprobarse, aumentaría las penas hasta los 60 años de prisión, a quien efectúe un ataque terrorista y también se le castigue severamente a quien lo financie. Según las propuestas de reforma se propone calificar como acciones terroristas hechos en los que se emplee material tóxico o fuentes de radiación y que puedan causar daños a la salud y al medio ambiente, y sancionar a quien diseñe o esté a punto de ejecutar un acto terrorista. Se considera un agravante el hecho de que el ataque sea contra bienes públicos, se perjudique la economía nacional, o se tome rehenes, a lo que se impone la pena máxima de 60 años de prisión. Aquí, desde mi óptica, los únicos que se podrían oponer a una reforma de éstas características serían los delincuentes o quienes estén al servicio de intereses diabólicos como el terrorismo.
En resumen… todo parece indicar que los gobiernos están actuando de manera preventiva. El anuncio del Departamento de Estado del vecino del norte es realmente un aliciente. Pero también hay que entender que el hecho de que no estén operando actualmente en México, no significa que así será siempre, sobretodo por la estratégica ubicación geográfica de nuestro país, aunado a la porosidad de la frontera sur y otros factores. No hay forma, y eso si se los puedo garantizar, que alguien tenga la plena certeza que en los últimos años, por ejemplo la última década, no ha ingresado por territorio mexicano (vía la porosa frontera sur) algún radical. Por ello la urgencia de un control a quienes transitan por la frontera de nuestro país.
No es un tema nuevo…
Lo escribí hace dos años. En un artículo para el Diario Judío de México (mayo 24, 2011). En esa ocasión expuse que la frontera sur de México era un tema de seguridad internacional y que no sólo le competía a nuestro país, sino también debería interesarle mucho a los Estados Unidos. Haber realizado esa afirmación me costó, en su momento, no sólo críticas sino también una serie de mensajes en mi contra.
Detallaba que de acuerdo a una nota publicada por la Organización Latinoamericana para la Defensa de la Democracia, “la detención de 513 migrantes en la frontera sur de México demuestra la falla de seguridad que están aprovechando miembros de Hezbollah y Hamás “. ¿Qué fue lo que sucedió y qué tiene que ver con la frontera sur de México?, cuestionaba en ese momento.
El tema ocupó, en el 2011, las ocho columnas de los principales periódicos de México, y la nota destacada en diversos rotativos mundiales: en Chiapas se logró el histórico rescate de más de 500 emigrantes centroamericanos y de países como Nepal, China, India y Japón que viajaban en condiciones inhumanas a bordo de dos trailers, daban a conocer los medios mexicanos y extranjeros. Los migrantes fueron detectados gracias a una tecnología de Rayos X que en su momento el gobierno chiapaneco adquirió a los Estados Unidos.
Aquí el tema central era la porosidad de la frontera sur de México. Con mucha facilidad pueden cruzar a nuestro país extranjeros procedentes de cualquier lugar del mundo. Si en esa ocasión fueron detectadas personas de la India o de Japón, lo mismo puede suceder con alguna corriente extremista de Medio Oriente -por ejemplo-.
Me acusaron en su momento de sensacionalista. Dijeron incluso que no había una lógica para lo que yo estaba escribiendo y analizando. Entonces, darían rienda suelta los anónimos, los radicales y los racistas contra ese artículo y su autor. Pero, como dijo el italiano Galileo Galilei, “Eppur si muove”… “y sin embargo se mueve”.
¿Quiénes pasan por la frontera sur de México todos los días?, es imposible saberlo sin un registro. Lo mismo pueden ser personas que buscan una forma honesta de ganarse la vida -ya sea aquí o en el vecino país del norte- o puede tratarse de personajes vinculados al células terroristas internacionales.
Seré muy claro. Es un tema que le compete a los gobiernos federales, a los países, y no es un asunto de responsabilidad directa de los estados subnacionales. Pero aquí es donde los Estados Unidos tienen un interés personal. Nadie niega en el mundo -e incluso se les reconoce ampliamente- su lucha contra el terrorismo. Esa nación hace todo lo que esté en sus manos para evitar los embates del terror y salvaguardar a sus ciudadanos.
Por ello, el registro biométrico de quienes crucen la frontera sur de México es un asunto de alta relevancia y no sólo para nuestro país, sino también para Estados Unidos. De acuerdo a las cifras oficiales, se calcula que aproximadamente 300 mil centroamericanos anualmente transitan de “manera irregular” por México.
De acuerdo al documento del Instituto Nacional de Migración (INM) “Notas y Estadísticas Actuales, Abril 2013″, el gobierno mexicano realizará este registro biométrico a cualquier extranjero que ingrese a nuestro país. Aquí lo interesante, es que no sólo será para quienes transitan por las garitas internacionales, sino también para quienes por medio de llantas, lanchas improvisadas, nadando o a pie, se internen en nuestro territorio.
En base a ese documento del INM, se establece que la “la amplitud fronteriza (en el sur), el reducido número de puntos de control, la existencia de un gran número de puntos de ingreso irregular, la limitada disponibilidad de tecnología e infraestructura para el control de ingresos, la complejidad de ambientes geográficos, son factores que inciden en la problemática migratoria”.
Añade que el objetivo de que se implemente esa tecnología será contar “con mayor certeza la identidad de los extranjeros que ingresan al país”. La identificación se dará a través de iris, huellas dactilares y fotografías, cuyos dispositivos son sustentados con los recursos de la Iniciativa Mérida “razón por la que el Instituto Nacional de Migración y la Oficina de Asuntos Antinarcóticos de la Embajada de EU en México colaboran en conjunto”.
Guatemala y México buscan alcanzar una frontera segura y próspera…
De acuerdo con la agencia Notimex, los gobiernos de México y Guatemala convinieron, al cabo de un encuentro de dos días en la capital guatemalteca, una serie de acciones a favor de la seguridad ciudadana y el combate al crimen organizado. El cable informativo detalla que en la XII Reunión Técnica del Grupo de Alto Nivel de Seguridad (GANSEG), que presiden los ministerios de Gobernación de Guatemala y México, se acordó impulsar la propuesta de creación del “Grupo de Control de Armas Guatemala-México”, que estudiarán los organismos legislativos de cada país.
Incluso, Guatemala elaborará un diagnóstico sobre el tráfico ilícito de armas de fuego, municiones y explosivos, y deberá integrar un plan de trabajo de capacitación de autoridades guatemaltecas (del área de investigación) en México. Las delegaciones se comprometieron a evaluar las estrategias para la seguridad ciudadana y el combate al crimen organizado regional.
Fuentes oficiales, amplía la agencia informativa, dijeron que los gobiernos de los dos países ratificaron su objetivo de “alcanzar una frontera segura y próspera”. Esta reunión, cabe recordar, fue anunciada por los presidentes de Guatemala, Otto Pérez Molina, y México, Enrique Peña Nieto, tras una evaluación de la agenda bilateral en la visita de trabajo del gobernante mexicano el pasado 31 de mayo.
Concluyo: el tema de la porosidad de la frontera sur siempre ha estado presente… sin embargo, no hay un registro en la historia contemporánea de nuestro país que un presidente, como lo ha venido haciendo Peña Nieto, haya volteado a ver con tanta prioridad la frontera sur…