Treinta años después, amarrados a sentimientos comunes anti-norteamericanos y financiados por el petróleo, ciertos ecos de la Revolución Islámica resuenan hoy en una región tan lejana y culturalmente tan distante como América Latina, ante la creciente preocupación de EEUU.
"Los lazos entre diversos países de Latinoamericana e Irán se estrechan cada día. Existen puntos de vista ideológicos compartidos, como la lucha contra el imperialismo, pero también afinidad en cuestiones económicas y de desarrollo", declaró un diplomático sudamericano acreditado en Teherán.
"Es cierto que con la llegada en 2005 del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad (en la foto con Evo Morales) esas relaciones se acercaron más, en algunos casos por una cercanía política. Pero existían ya desde hace mucho tiempo", precisó el diplomático.
Venezuela, Bolivia, Cuba y Ecuador son los Gobiernos que con mayor calor abrieron sus brazos a Ahmadineyad, al que contemplan como aliado en un hipotético "eje" de lucha contra el imperialismo, el capitalismo y la influencia de Estados Unidos.
En sus cuatro años de presidencia, el mandatario conservador iraní viajó en cuatro ocasiones a América Latina y recibió en Teherán a sus colegas venezolano, Hugo Chávez, boliviano, Evo Morales y ecuatoriano, Rafael Correa.
Más allá de los consabidos y populistas discursos políticos sobre "naciones oprimidas", los viajes permitieron firmar diferentes acuerdos para el desarrollo de programas conjuntos en sectores como la energía, el comercio, la industria, la agricultura, la educación, la cultura y la comunicación.
Correa y Morales, que viajaron a Teherán el pasado año, calificaron de "estratégica" la relación de sus respectivos países con Irán.
En respuesta, el presidente del Parlamento iraní, Ali Larijani, subrayó que "una de las estrategias fundamentales de la República Islámica es impulsar las relaciones con los Estados latinoamericanos en todas las esferas, políticas, económicas y culturales".
Los intereses económicos abrieron las fronteras de otros Estados emergentes, como Brasil, con el que Irán mantiene un importante intercambio económico.
Presionada por las sanciones internacionales impuestas por la ONU Teherán baraja la posibilidad de emprender el primer acuerdo de producción de petróleo compartida.
Brasil posee, además, uno de los productos más codiciados por el régimen iraní: el uranio que necesita para el desarrollo de su polémico programa nuclear.
Esta amplia actividad, tanto en Sudamérica como en Centroamérica, comenzó a inquietar a Estados Unidos.
"Francamente, estoy inquieto acerca del nivel de actividad subversiva que los iraníes están realizando en diferentes lugares de América Latina, en especial en Sudamérica y Centroamérica", aseguró el ministro de Defensa de los EEUU, Robert Gates.
Source: http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Amenazaestrategica/19456/