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Análisis e Investigación
Islam y Relaciones de Género en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

Por Sandra Cañas Cuevas

Publicado en: Lanic.utexas.edu - 10 de Marzo de 2009

 

1. Introducción

La conversión al Islam de indígenas establecidos en las orillas de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas dio inicio en 1995, con la llegada de un grupo de españoles musulmanes procedentes de Andalucía, España. El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1994, fue el punto de partida que dio lugar al encuentro entre indígenas y los españoles conversos al Islam, pertenecientes al Movimiento Mundial Murabitun.2 Interesados en la agenda zapatista, los españoles musulmanes buscaron propagar el mensaje del profeta del Islam, entre los indígenas rebeldes, pero sin éxito. Pese a la negativa, decidieron seguir adelante con su misión estableciéndose en los márgenes de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, donde se localizan colonias compuestas mayoritariamente por indígenas expulsados de sus tierras de origen debido a conflictos político-religiosos. Los musulmanes españoles tuvieron más éxito entre los indígenas expulsados logrando la conversión de varias familias al Islam (Morquecho, 2004). El Encuentro3 es una de las colonias mencionadas, en ella habitan alrededor de setenta familias, de las cuales diez son musulmanas. Esta colonia se caracteriza por su diversidad étnica y religiosa. En ella radican indígenas procedentes de diversos munipicios (Chenalhó, Teopisca, Tenejapa y Chamula) adscritos a diversas opciones religiosas (adventistas del séptimo día, presbiterianos, tradicionalistas, católicos y musulmanes). Los indígenas musulmanes a los que hace referencia este artículo viven en el Encuentro, la mayoría proceden de San Juan Chamula o bien, son hijos(as) de los expulsados nacidos en San Cristóbal de Las Casas.

Todo ellos son hablantes de tsotsil, su lengua materna. Para la gran mayoría de los indígenas que hace poco más de una década decidieron acoger el camino del Islam, ésta es su segunda o tercera conversión religiosa, ya que antes de ser musulmanes fueron presbiterianos y sabáticos, respectivamente. Los habitantes de el Encuentro, al igual que la gran mayoría de los indígenas que habitan en las colonias de expulsados, han sido protagonistas de una larga historia de injusticias y despojos, que dio inicio a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, con las primeras expulsiones masivas político-religiosas ocurridas en San Juan Chamula y auspiciadas por los caciques de dicho municipio (Robledo, 1997; Morquecho, 1992). A lo largo de los años, varias organizaciones indígenas han buscado la intervención del gobierno en la solución del problema de las expulsiones. Sin embargo, pocos han sido los esfuerzos encaminados a resolver este problema y las expulsiones continúan hasta la fecha. De esta forma, en un contexto marcado por las expulsiones y la marginación económica y social, los indígenas musulmanes luchan día a día para recomponer sus vidas y reestablecer los lazos comunitarios al interior de su nueva colonia con indígenas procedentes de distintos municipios y pertenecientes a diferentes grupos étnicos y religiosos. Uno de los problemas más graves que enfrentan los habitantes de la colonia El Encuentro es la legalización de los terrenos que ocupan desde 1994.4 Esta situación los convierte en blanco fácil de intentos de desalojo y detenciones arbitrarias por parte de las autoridades locales, quienes acusan a los indígenas de “invasores”.

Si bien los indígenas han encontrado en el Islam un nuevo lenguaje para reestructurar sus lazos comunitarios, el proceso de conversión a esta nueva religión no ha sido sencillo. La relación que los indígenas establecieron con los musulmanes españoles estuvo marcada por dificultades y tensiones, dando lugar a la separación de varias familias decididas a continuar en el camino del Islam por su cuenta. Entre las causas que dieron pie a esta separación se encuentran el etnocentrismo de los españoles, reflejado en su abierto rechazo de la lengua hablada por los indígenas, su manera de vestir y sus prácticas alimenticias. Asimismo también destacan las diferencias en torno a la práctica del Islam, como la poligamia y el uso del velo. Estas últimas serán abordadas en el presente trabajo. Después de la separación, las familias establecidas en la colonia el Encuentro tomaron la decisión de afiliarse a una organización sunní5 con sede en Tequesquitengo Morelos, llamada Centro Cultural Islámico de México.6 A través de la experiencia de los indígenas musulmanes establecidos en la colonia el Encuentro, en esta presentacion me propongo mostrar que el Islam no es sólo una doctrina opresora, ya que las mujeres a la par que los hombres, se están apropiando de ella re- significándola de manera más incluyente. Asimismo, esta experiencia de conversion al Islam da cuenta de que las identidades etnicas no son estaticas ni ahistoricas sino que se reformulan constantemente en relacion a momentos historicos particulares y que es posible ser musulman e indigena a la vez.

2. Antropología, Feminismos e Islam

La relación entre feminismo y religión ha sido especialmente difícil respecto al Islam. Al considerarlo una religión exótica y lejana, las feministas occidentales construyeron representaciones generalizadas sobre sus hermanas musulmanas, pasando inadvertidas las diversas condiciones culturales, sociales e históricas que marcan sus vidas. Desde esta lógica ser musulmana se reducía a vivir cubierta por un velo, segregada sexualmente del resto de la sociedad, confinada al espacio doméstico y padeciendo los estragos de una religión de fanáticos.

El feminismo occidental dio por sentado que las demandas de las mujeres de Occidente eran las demandas de todas las mujeres del mundo, y que su cultura era la norma a partir de la cual determinaban el grado de opresión y liberación del resto de las mujeres, pasando por alto la diversidad de opiniones en relación a lo que constituye la liberación y la subordinación. Como si ambas tuvieran un significado unívoco o universal, es decir, como si todas las mujeres las entendieran y vivieran de idéntico modo, independientemente de sus localizaciones culturales e históricas. De esta forma, la academia feminista que supuestamente buscaba estudiar y poner fin a la opresión de las mujeres de todo el mundo se convertía en una forma de dominación a partir del discurso. Los feminismos poscoloniales surgieron animados por el deseo de corregir el etnocentrismo de las feministas occidentales, dando cuenta de que la categoría “Mujeres del Tercer Mundo” envuelve a mujeres muy diversas entre sí.

Esta clasificación suprime la heterogeneidad que en realidad existe, dando lugar a una construcción arbitraria y a una colonización de las mujeres pertenecientes a culturas diferentes a la Occidental, a partir del discurso feminista (Mohanty, 2003). A la luz de los aportes epistemológicos de los feminismos poscoloniales la experiencia de los indígenas sunníes pone en cuestión las representaciones generalizadas, simplistas y estáticas de los musulmanes, según las cuales los hombres musulmanes dominan y las mujeres musulmanas son dominadas. Sobre todo, permite comprender el proceso de conversión al Islam de los indígenas tsotsiles desde una óptica diferente, resaltando el papel que las mujeres están jugando en su apropiación y aprendizaje, sin reducirlas a meras receptoras de una religión impuesta desde fuera.

3. Dinámicas de género en la mezquita

El viernes o yuma’a es día de reunión para los sunníes de El Encuentro. Alrededor de las dos de la tarde asisten a la mezquita, un modesto cuarto de concreto ubicado casi al final de la calle principal de la colonia. Por lo regular los hombres son los primeros en llegar. Antes de que empiece el sermón o jutba y la oración colectiva, alguno de ellos recita el adhan o llamado a la oración, prerrogativa exclusiva de los hombres. Cualquiera de ellos puede hacerlo, porque no existe un almuecín7 designado. Familias enteras se reúnen para la ocasión. Los niños no están excluidos, los más chicos se entretienen jugando fuera de la mezquita o corriendo al interior de ésta. Los más grandecitos empiezan a aprender a hacer su ablución o purificación ayudados por sus padres, antes de entrar a la mezquita.

Según los textos sagrados a los siete años deben comenzar a aprender a orar. Los que aún son bebés permanecen con sus madres atados a sus espaldas con ayuda de un rebozo. Quienes asisten con menor frecuencia a la mezquita son las mujeres solteras, quienes permanecen en casa de sus padres ayudando en las tareas domésticas. A diferencia de varios países musulmanes, como Marruecos, en donde no está permitido que las mujeres ingresen a las mezquitas, consideradas espacios eminentemente masculinos, este no es el caso entre los indígenas sunníes de Chiapas, en donde la mezquita es un espacio de todos y para todos.8 Sin embargo, existe una cortina que divide el cuarto en dos, marcando la separación entre hombres y mujeres. Del lado derecho se ubican los hombres y del izquierdo las mujeres. Todos deben entrar descalzos, con la cabeza y el cuerpo cubiertos. Debido a que las mujeres no cuentan con ropa especial para la reunión, como chilabas,9 sólo se cubren la cabeza con un velo y los brazos con un suéter. Los hombres pueden o no cubrirse la cabeza, ya que tampoco tienen ropa apropiada para la oración colectiva del viernes. Una vez iniciado el encuentro, uno de los dos hombres que más conocimiento tienen del grupo, se dispone a leer un fragmento del Corán o los Hadices,10 libros sagrados del Islam. La lectura se lleva a cabo en español, lengua en que están escritos los textos, seguida de comentarios tanto en español como en tsotsil.

En más de una ocasión presencié cómo se desdibujaba la cortina que divide a hombres y mujeres, cuando algunas de las mujeres más jóvenes, interrumpieron los comentarios del hombre encargado de la lectura de los textos, tanto para corregirlo como para opinar sobre su interpretación. Lo que para mí fue motivo de asombro, para ellos es una práctica común, en la que todos participan. El acceso a los libros sagrados no es exclusivo de los hombres, también las mujeres los leen y discuten, no sólo entre ellas, también con sus hermanos de religión. Una vez que termina la lectura y comentarios sobre los textos, se procede a realizar la oración. Así, hombres y mujeres se ponen de pie en dirección a la Meca, formando dos filas paralelas separadas por la cortina, para hacer salat.11 El mismo hombre que leyó los textos u otro de ellos, quienes saben más árabe, dirigen la oración, que el resto de los presentes sigue. Los hombres recitan con voz más fuerte que las mujeres, cuyas voces apenas se distinguen. Las mujeres saben que sólo los hombres pueden guiar la oración y pronunciar el sermón, sin embargo, no están del todo seguras de que así deba ser, y sólo aceptan este mandato porque hasta ahora no han encontrado nada escrito en los libros sagrados que contradiga esta regla. Una vez que concluye la oración colectiva se abre un espacio para convivir de manera más informal dentro de la mezquita.

Las mujeres aprovechan este momento para leer algún libro y comentarlo, conversar sobre cualquier otro tema y, en algunas ocasiones, descansar un poco de sus actividades domésticas. A partir de las lecturas, las indígenas más jóvenes transmiten el conocimiento a las mujeres mayores, quienes son analfabetas y prácticamente monolingües, es decir, sólo hablan tsotsil. Mientras tanto, del otro lado de la cortina, se puede escuchar a los hombres leer y charlar.12 En mayor o menor grado las mujeres se muestran interesadas en conocer más sobre la vida del profeta Muhammad, para incorporar las costumbres y prácticas musulmanas a sus vidas diarias. Además de llevar a cabo las cinco oraciones diarias, consideradas por los indígenas sunníes el pilar más importante del Islam, las mujeres buscan poner en práctica, en la medida de lo posible, lo que aprenden a partir de sus lecturas de los Hadices o costumbres del profeta. Las enseñanzas que ponen en práctica tienen que ver con la forma en que deben relacionarse con los demás independientemente de las diferencias religiosas, cultivando la hospitalidad y la amabilidad, consideradas virtudes que Allah recompensa grandemente. Entre ellos se saludan en árabe cuando se encuentran, dan gracias a Allah antes de cada alimento y si una persona estornuda le desean salud en árabe.

También han incorporado cambios a su persona, por ejemplo, en el caso de las indígenas más jóvenes, dejando de depilarse las cejas, peinarse con adornos, perfumarse o maquillarse, porque según el profeta las mujeres deben ser modestas y sencillas. Si antes de ser musulmanas se pintaban un poco la boca y los ojos, ahora no lo hacen para nada. Las mujeres indígenas mayores, no hacían nada de esto antes y mucho menos ahora que son musulmanas. A diferencia de cuando eran presbiterianas y/o sabáticas, como musulmanas tienen especial cuidado con las reglas de higiene y no asisten a la mezquita ni rezan cuando están menstruando. A este respecto señalan que los hombres, al no tener este tipo de impedimentos, tienen más obligación que las mujeres de asistir a la mezquita, a quienes les está permitido ausentarse siempre y cuando cumplan con sus oraciones diarias.

La preocupación por la naturaleza y, sobre todo por los animales es otro elemento que han retomado de la lectura de los libros sagrados. Por ejemplo, cuando tuvo lugar la construcción de una casa en uno de los terrenos propiedad de los sunníes, las mujeres se mostraron muy preocupadas porque, para poder erigir la casa los hombres querían deshacerse de un hormiguero prendiéndole fuego, así que trataron de disuadirlos, ya que según el Profeta está prohibido matar animales, aunque sean insectos, si no es para comerlos.

Otro incidente se refiere a la quema de árboles en el área boscosa protegida ubicada a espaldas de la colonia. Más allá del conflicto político que pudiera derivarse de un incendio en esta zona, las mujeres instan a los hombres para que estén pendientes de que no haya incendios y cuando tiene lugar uno, corren a avisarles para que lo apaguen, porque según los libros que hablan de la vida del Profeta, él habría actuado de la misma forma. De manera similar, aunque en un contexto muy diferente, las mujeres pertenecientes al movimiento de las mezquitas en Egipto, están tratando de devolver la religión a un ámbito más cotidiano, contrarrestando la secularización impulsada por el Estado. En este sentido, se han acercado como nunca antes a los textos sagrados, con el objetivo de aprender más sobre su religión, ponerla en práctica y cultivar la modestia, cualidad de alta estima entre las mujeres musulmanas. Sin proponérselo, este movimiento está trastocando un orden establecido, según el cual los textos sagrados son terreno exclusivo de los hombres, quienes hasta ahora habían sido los únicos facultados para leerlos e interpretarlos (Mahmood, 2005). Este interés de las indígenas sunníes por aprender sobre el Islam y apegarse a los textos sagrados para aplicarlos a sus vidas diarias parece una iniciativa conservadora e incluso retrógrada. No obstante, de forma semejante a las mujeres del movimiento de las mezquitas en Egipto, está revirtiendo los fundamentos de una religión patriarcal, democratizándola, no sin contradicciones y dificultades. La mezquita no sólo es un espacio religioso, en donde se lleva a cabo la oración y se comentan los textos sagrados. También es un lugar en el que los sunníes se ponen al día sobre el problema de tierras que enfrentan y discuten las acciones a seguir. Pese a que el llamado a la oración y el sermón son actividades exclusivas de los hombres, en lo que se refiere a la discusión sobre la regularización de las tierras, las mujeres participan a la par que los hombres. La lectura de alguno de los textos sagrados, con frecuencia es relacionada con el problema que enfrentan.

Constantemente se hace referencia a la vida de persecución que llevó el Profeta estableciendo un paralelismo entre ésta y la de los indígenas sunníes quienes, como se mencionó anteriormente, fueron expulsados de sus comunidades de origen y han sido constantemente asediados por las autoridades locales debido a la ocupación ilegal de los terrenos en los que habitan actualmente: Damos gracias a Allah por hacernos fuertes y mantenernos unidos en momentos de sufrimiento, dolor y persecución”. “Como el profeta que vivió la persecución, así nosotros”. “Quieren sacarnos de nuestras tierras, pero ahora con Islam somos más fuertes y tenemos confianza. Somos pobres, pero quién sabe cómo, no pasamos hambre y hay techo para nuestros hijos. Allah provee, ahora ya tenemos confianza porque es la última revelación, porque habla de un solo dios, no como los cristianos o los evangélicos, ahora sí tenemos confianza.13 La religión se convierte en una fuente de interpretación de los hechos de la vida diaria y un medio de apoyo para enfrentarlos. A partir de los textos religiosos se alienta a los presentes a que pongan fin a la división que existe al interior de la colonia a causa del problema de tierras.

Cuando ninguno de los dos hombres que pronuncian el sermón o guían la oración colectiva del viernes puede asistir a la mezquita, se suspende la reunión. No obstante, cualquiera puede asistir para llevar a cabo su salat u oración aunque no haya sermón. Así, el espacio ritual representado por la mezquita se convierte en un lugar donde se redefinen y flexibilizan los arreglos de género. El modesto cuarto que hace las veces de mezquita es apropiado por las mujeres para poner en práctica el Islam, ya sea rezando, leyendo los textos religiosos, interpretándolos y discutiéndolos entre ellas y con sus hermanos de religión. Al mismo tiempo, es un espacio marcado por las reglas de género existentes antes de la conversión al Islam y reforzadas a partir de ésta. Según dichas reglas las mujeres al igual que los hombres tienen pleno derecho a participar en las discusiones y toma de decisiones que se refieren a la vida en la colonia y que van más allá del grupo religioso sunní.

4. El velo entre las indígenas sunníes

El tema del velo ha sido motivo de acaloradas discusiones al interior del feminismo. Las feministas occidentales, a partir de sus propios parámetros, lo convirtieron en el símbolo de la opresión sufrida por las mujeres musulmanas, a quienes la religión les prohibía mostrarse en público sin él. En este sentido, el uso del velo era visto como una imposición, sinónimo de ignorancia y sumisión, irrumpiendo como una práctica estática y homogénea. Como señala Homa Hoodfar, la imagen que viene a la mente de la mayoría de los occidentales al evocar a una mujer musulmana es la de una torpe capa negra que cubre todo el cuerpo, incluyendo la cara, diseñada para impedir la movilidad de las mujeres (1993: 7). El velo asume significados distintos relacionados con las condiciones socioculturales e históricas que marcan las vidas de las mujeres y no se reduce a una capa negra totalmente antiestética. Por lo menos en Marruecos, la práctica de cubrirse no es única, sino que existen múltiples formas de hacerlo. Algunas mujeres lo hacen por motivos religiosos, otras por cuestiones identitarias. Además, usar un velo no es tan simple ni obedece a reglas tan precisas. Yo pensaba que las mujeres mayores eran las que se cubrían hasta la boca o que las más jóvenes eran las que menos se cubrían y se vestían más a la occidental, pero no siempre es así.

La diversidad de casos abunda, es la regla. Al pasear por las medinas o ciudades amuralladas, en un día cualquiera, es posible ver, por entre la tela vaporosa que les cubre el rostro, a varias mujeres jóvenes, y a señoras ya mayores llevando solamente un caftán. Asimismo, en numerosas ocasiones pueden observarse tanto mujeres jóvenes y mayores vestidas a la occidental, con pantalones ajustados y blusas sin mangas, por ejemplo. Además el hecho de llevar chilaba, caftán o hijab,14 no necesariamente implica ir toda de negro o en colores aburridos y serios. Portar esta ropa tiene su encanto y no escapa de la moda, ni de la temporada, ni de la región. No era raro ver a mujeres perfectamente bien combinadas, luciendo pantalones y velos que hacían juego, en colores llamativos y con detalles muy femeninos, como cuentas brillantes y adornos, que daban a la vestimenta un toque muy coqueto y atractivo.

Fuera de las ciudades importantes, en los pueblos, las mujeres se visten de diferentes formas. En algunas localidades, las mujeres bereberes o amazigh se cubren con telas estampadas y encajes de colores muy llamativos. En el desierto se les ve completamente cubiertas con telas negras adornadas con monedas doradas. Esta vestimenta las protege del calor y la arena. En cambio, el norte de Marruecos, en el Rif, las mujeres usan capas de lana a rayas blancas y rojas.15 Varias feministas con raíces musulmanas (Mernissi, 1987; Ahmed, 1992; Hoodfar, 1993; Abu Lughod, 1986; Mahmood, 2005), han dedicado sus trabajos a rescatar los distintos significados que asume el uso del velo en varias sociedades musulmanas dependiendo del momento histórico que viven las mujeres, su clase social, así como la cultura a la que pertenecen. A partir de sus investigaciones dan cuenta de que el velo puede ser utilizado no únicamente por motivos religiosos, sino también como distintivo identitario e incluso como símbolo de oposición política. En este sentido, las indígenas sunníes han retomado una práctica aparentemente universal entre las musulmanas, de acuerdo a su particular ubicación contextual, poniendo en entredicho las ideas generalizadas sobre el uso de esta prenda, y mostrando su diversidad y complejidad.

Cuando las indígenas formaban parte del grupo español, las musulmanas españolas las obligaban a usar el velo en todo momento, y a atarlo de tal forma que quedara completamente ceñido a la cabeza. A las indígenas no sólo les molestaba esta manera de usar el velo, sino también les incomodaba traerlo puesto todo el tiempo. Se sentían apenadas cuando iban al mercado y la gente las veía así. Sin embargo, por formar parte del grupo español y para evitar que les llamaran la atención, lo usaban. Los españoles también ejercían fuertes presiones para que las indígenas dejaran de utilizar sus trajes chamulas16, insistiendo en la obligación de usar ropa apropiada: Cuando estaba con los españoles no muy les gustaba mi traje, decían que me veía más bonita con falda, por eso lo dejé mi traje, porque ellas me decían. Tampoco querían que hablara mi idioma. Ahora otra vez tengo mi traje y a mis hijitos les hablo en mi idioma.17

Las presiones también incluían una constante crítica sobre el uso del tsotsil, así como el consumo de maíz, considerándolo un alimento poco nutritivo e incluso rechazándolo abiertamente. Para los indígenas, estas críticas y presiones eran inadmisibles en la medida en que atentaban directamente contra su identidad étnica, convirtiéndose en una de las principales razones por las cuales dicidieron separarse del grupo español: Nosotros sí seguimos usando nahua y hablando nuestro idioma, los indígenas que pertenecen al grupo murabitun no. Ellos ya hablan como españoles, se visten como ellos y comen igual que ellos. Aunque aparenten que no lo son, siguen indígenas porque tienen su sangre indígena.18 Ahora que ya no pertenecen al grupo español, las indígenas musulmanas sólo visten el velo para ir a la mezquita y para hacer las cinco oraciones diarias, además lo usan de modo diferente, sin atarlo a la cabeza: Todavía no me acostumbro a traer siempre el velo, aunque sé que debo de ponerlo, pero me da pena, como desde chica no lo he traído, estoy acostumbrada a traerlo mi pelo así, pero más después sí lo voy a traer todo el tiempo.19 Otra de las mujeres va más allá de la apariencia y comenta: A mí también me da pena, como que no me siento cómoda, mi esposo me dice que si pienso que la gente va a burlar de mí que sólo me ponga mi nahua más larga. Yo pienso que si mi imam20 estuviera fuerte ya lo trajera puesto, pero no está fuerte mi imam.21

Para las indígenas sunníes la incorporación del velo a sus vidas diarias será resultado de un mayor conocimiento sobre su religión. Esto último posibilitará que se sientan lo suficientemente seguras para mostrarse en público utilizando el velo, sin experimentar vergüenza. Esta idea corresponde con lo que expresan respecto a que el aprendizaje del Islam es gradual y que nadie se hace musulmán de un día para otro. La mayoría de las mujeres coincidió en señalar que con el tiempo, ya que hayan aprendido más del Islam, usarán el velo a diario, en cualquier circunstancia, sin sentirse apenadas u observadas por el resto de la gente. Las indígenas sunníes no utilizarán el velo como parte integral de sus vidas hasta que no logren cierto nivel de religiosidad, es decir, un imam o fe más fuerte y no al revés, como las mujeres del movimiento de las mezquitas en Egipto. Al respecto, Saba Mahmood muestra que las mujeres pertenecientes a este movimiento, entienden el uso del velo de manera inversa (2005). Ellas utilizan el velo para adquirir ciertos valores religiosos como la timidez y la modestia.

El velo constituye un vehículo para poner en práctica la timidez. Una vez que ésta es adquirida el velo se convierte en un atributo integral de la misma. Para las mujeres del movimiento de la mezquita el uso del velo se relaciona con la tarea de llegar a ser cierto tipo de persona, más específicamente con cultivar cualidades que las escrituras sagradas definen como propias de las mujeres musulmanas, entre ellas, la modestia, la piedad y la timidez. Este apartado da cuenta de cómo y en qué medida los indígenas musulmanes en general, y las indígenas musulmanas en particular, llevan a cabo una apropiación selectiva del nuevo discurso religioso, haciéndolo compatible con sus identidades étnicas y, al mismo tiempo, reformulándolo en sus propias términos, es decir, dándole un sentido propio.

5. La poligamia

La poligamia, derecho exclusivo de los hombres musulmanes, ha sido una de las prácticas más duramente criticadas del Islam. Su rechazo no fue la excepción entre las indígenas sunníes. De hecho se convirtió en una de las razones de mayor peso para que decidieran separarse del grupo español: X. nos decía que las mujeres no tienen derechos y no pueden hablar, sólo obedecerlo su esposo y quedarse calladas, aceptar que el esposo tenga más esposas porque así más fácil se ganan el Paraíso, ahí sí ya no lo estuvimos nada de acuerdo, porque viene bastante el sufrimiento cuando el hombre se busca una su otra mujer, mira pues a N., sufre bastante porque su esposo lo buscó otra. Lo más importante para ganarte el Paraíso no es aguantar que tu esposo se case con otra mujer, sino hacer tu salat.22 Para los indígenas sunníes la mujer y el hombre tienen los mismos derechos, y ambos son igualmente castigados si cometen adulterio o tratan mal a sus cónyuges. A este respecto las mujeres expresan que, además de considerar el cumplimiento del salat u oración para ingresar al Paraíso, Allah hace cuatro preguntas a los hombres: no es cierto lo que dicen los españoles para entrar el Paraíso, porque el día del juicio Allah le pregunta a los hombres cuatro preguntas, primero cómo lo trataste durante tu vida a tu mamá, después a tu esposa, después a tu hija y después a tu hermana. El hombre sólo lo entra en el Paraíso si lo trató bien a todas, no como dicen los españoles.23

A la postura de los españoles contraponen lo que han aprendido a partir de las visitas de los hermanos sunníes adscritos al Centro Cultural Islámico. Estos hermanos han expresado que la poligamia no es una obligación para los musulmanes, al contrario: Allah bendice al hombre con una esposa, pero no a todos los bendice, entonces ¿por qué buscar otra cuando algunos musulmanes ni siquiera tienen una mujer?24 Pese a que las indígenas sunníes saben que su religión permite que los hombres tengan más de una esposa, no están dispuestas a aceptar que sus esposos o futuros cónyuges, en el caso de las mujeres solteras, se casen con otras mujeres. Además, saben que la poligamia no es algo sencillo y que está sujeta a reglas estrictas, como por ejemplo considerar la opinión de la futura esposa al respecto antes de que tenga lugar el enlace matrimonial, e incluso después de éste: Antes que se casen hay que hablar de eso para que el hombre sepa, la mujer tiene que preguntar al hombre si va a querer otra esposa y si dice que sí, la mujer tiene derecho a no casar con él, igual que de casados, el hombre debe preguntar su opinión a su esposa antes de buscar otra mujer, porque si no quiere, no puede tener otra, yo por eso mejor pregunté a M. si va a querer una su segunda mujer, desde antes de casarme, para que después no venga el problema y dijo que no, que nada más conmigo.25 La poligamia entre los indígenas tsotsiles ha sido considerada un hecho común, inherente a la tradición.

Sin embargo, Rosenbaum habla de la poligamia como un hecho mal visto por la comunidad: un generador de tensión que aún en las comunidades tradicionales no es la norma, siendo la monogamia el modelo decente de vida a seguir (1993). La conversión de los indígenas alteños a diferentes denominaciones religiosas implicó el rechazo de la poligamia y el reforzamiento de la monogamia como el ideal a seguir. A este respecto, investigaciones realizadas entre grupos de conversos a distintas adscripciones han mostrado que las relaciones de género han cambiado a favor de las mujeres a partir de la conversión religiosa (Gil, 1999; Robledo, 2004). En este sentido, la llegada del Islam fue vista como un retroceso en lo que se refiere a las relaciones de género.

Una amenaza que ponía en riesgo los avances logrados gracias a otras religiones. Los prejuicios que se tenían respecto a la adopción de nuevos discursos religiosos por parte de los indígenas, superados a partir de las investigaciones mencionadas, volvieron a aflorar con la conversión al Islam, pasando por alto la complejidad y las contradicciones inherentes al proceso de apropiación de cualquier religión. Paradójicamente, para las indígenas sunníes el Islam se ha convertido, entre otras cosas, en el medio que asegura la fidelidad de sus esposos: Con Islam los hombres ya no son mujeriegos, ni tratan mal a sus mujeres, menos toman, no como antes cuando no había esta religión, porque los evangélicos como quiera toman y no lo cumplen bien su religión, los musulmanes sí, por eso son mejores.26 Asimismo, tanto los hombres como las mujeres sunníes reprueban que sus familiares adscritos al grupo español tengan más de una mujer: Mi tío se casó con una segunda mujer sin importar el sentir de su primera esposa, lo malo es que mi tía es tímida, no lo dice las cosas, se queda callada, pues. No sentimos que la otra mujer de mi tío sea nuestra tía, casi no la vemos, sólo N. es mi tía.27 No solamente la monogamia se ha reforzado a partir de la apropiación del nuevo discurso religioso, también la renuncia al alcohol, dando lugar a una continuidad de la mejoría en las relaciones maritales obtenida a partir de la conversión previa a otras religiones como la presbiteriana y la sabática. Si con la adopción de estas religiones los hombres dejaron el alcohol, en mayor o menor grado, cesando los incidentes violentos, y ahora con la conversión al Islam se fortalece este abandono.

6. Arreglos de género antes y después del matrimonio

Las conversiones masivas entre indígenas a opciones religiosas diferentes a la católica a partir de finales de la década de los sesenta del siglo pasado, dio lugar a la pregunta por las implicaciones que los nuevos discursos religiosos tendrían en el seno de las familias. Varias investigadoras se ocuparon de dar cuenta de los cambios que las relaciones de género han experimentado a partir de la conversión religiosa, haciendo énfasis en las contradicciones inherentes a este proceso (Gil, 1999; Robledo, 2004; Eber y Kovic, 2003).

El caso de los indígenas sunníes no es la excepción, su conversión al Islam se ha traducido, en términos generales, en una mayor participación de las mujeres, no sólo en el ámbito doméstico, también en la apropiación del discurso religioso y en el espacio público. Sin embargo, este proceso de apropiación del Islam presenta límites y contradicciones que lo vuelven más complejo, haciendo difícil afirmar, por un lado, que sólo han tenido lugar cambios positivos o, por otro, que las transformaciones sólo han sido en detrimento de las mujeres.

Las mujeres jóvenes que aún no contraen matrimonio son quienes mejor representan estas contradicciones. Al estar bajo la tutela de los padres, especialmente de la madre, difícilmente pueden tomar iniciativas a título personal. Son quienes menos asisten a la mezquita porque tienen que cuidar de sus borreguitos o llevar a cabo labores domésticas para ayudar a sus madres, como lavar platos y ropa. También ayudan con el cuidado de sus hermanitos menores. La mayoría concluyó la primaria pero no continuaron estudiando debido a la escasez de recursos económicos de sus padres. Sin embargo, muchas ya rebasaron los dieciséis años y, aunque han sido pedidas en matrimonio, han rechazado las propuestas, contando más su opinión que la de sus padres. Estos las han tomado en cuenta, a diferencia de las mujeres pertenecientes a generaciones anteriores, cuya opinión no era considerada cuando un hombre las pedía.

Como parte de una comunidad religiosa más amplia, las jóvenes solteras han recibido propuestas de matrimonio por parte de musulmanes mestizos y extranjeros y, pese a que las han rechazado por las razones expuestas, prefieren casarse con un musulmán, aunque no sea indígena. Pareciera que ser musulmán se convirtió en un requisito indispensable para considerar casarse con alguien. Esto muestra que los arreglos que definen la pertenencia étnica también son negociables y flexibles, y que los grupos indígenas no son comunidades impermeables o estáticas, sino que se redefinen constantemente. En el caso de los hombres, esto no es tan tajante, ya que es más fácil que una mujer acepte convertirse a la religión de su esposo que un hombre acoja la religión de su esposa.

Para las indígenas sunníes no sólo es importante la adscripción religiosa para casarse con alguien, muchas mujeres mencionaron que también es importante que el hombre sepa trabajar, mejor aún si tiene casa. Este deseo de que las hijas e hijos tengan mejores condiciones de vida y más oportunidades que sus padres y abuelos también fue reportado entre mujeres tseltales de Oxchuc que acogieron la Palabra de Dios o Teología de la Liberación (Gil, 1999: 171). Llama la atención que discursos religiosos distintos tengan implicaciones similares, como la apuesta por un futuro mejor. Aunque los indígenas sunníes tengan la certeza de que su pobreza les garantiza el Paraíso, no descartan la posibilidad de que sus hijos y nietos tengan mejores condiciones de vida. De hecho, como se verá más adelante, hombres y mujeres trabajan por igual para cumplir este objetivo. El nuevo discurso religioso los alienta a seguir adelante y ser fuertes, a pesar de las condiciones poco favorables de su entorno.

La situación de los hombres solteros es difícil de abordar debido a que casi no tuve posibilidad de convivir con ellos por las restricciones que plantea la convivencia entre los indígenas sunníes, para quienes no está bien visto que una mujer soltera se relacione con hombres. Dentro de las limitaciones pude notar que los jóvenes solteros ayudan a sus padres en las tareas más pesadas como cortar leña, construir una casa y limpiar la milpa, pero también ayudan a sus madres, sobre todo en los mandados y haciéndose cargo de sus hermanos recién nacidos cuando es muy necesario. Ninguno pasa de los quince años y no han concluido la primaria. Es mayor el número de mujeres jóvenes solteras que de hombres. Al igual que las mujeres solteras, los hombres solteros también están sometidos a la autoridad de sus padres, pero a diferencia de las mujeres gozan de mayor libertad, sobre todo para salir de sus casas, sin que esto represente un riesgo para su reputación y la de sus familias. Desde la adolescencia se establecen fronteras que dividen los espacios femeninos de los masculinos, y sólo hasta que las mujeres contraen matrimonio pueden traspasar estos límites sin ser mal vistas o generar sospechas. Antes de casarse, tanto hombres como mujeres deben permanecer en los ámbitos que la costumbre y religión autorizan. En este aspecto, es decir, la segregación entre hombres y mujeres el Islam coincide con la tradición indígena. De hecho, entre el Islam y la costumbre indígena hay múltiples encuentros en cuanto a cosmovisión y arreglos sociales se refiere.

La costumbre indígena es muy clara y estricta en lo que se refiere a las relaciones entre hombres y mujeres, siendo muy mal visto que una joven soltera establezca cualquier tipo de contacto con un hombre, aunque sea amistoso. Si la amistad no es permitida entre dos jóvenes solteros, mucho menos el noviazgo. Sin embargo, algunas mujeres sunníes han trastocado las reglas que impone la costumbre, al “andar de novias”, antes de casarse, con sus actuales cónyuges. Cabe notar que los casos en que esto ha sucedido son más bien escasos. Las mujeres que eligieron a sus novios y después se casaron con ellos coinciden en haber salido de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas con sus familiares por temporadas largas a vender artesanías a otros lugares del país. Estos viajes son una práctica común entre los indígenas que habitan las colonias que rodean la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Anteriormente los hombres eran quienes partían lejos de sus comunidades en busca de empleo dejando a las mujeres a cargo de la casa y los hijos. Sin embargo, hoy en día las mujeres también forman parte de este contingente, las casadas acompañan a sus esposos y las solteras a sus madres o parientes a vender artesanías fuera de Chiapas. Asimismo, la anterior pertenencia al grupo Murabitun también facilitó el establecimiento de relaciones amistosas y de noviazgo previas a los enlaces matrimoniales, ya que éstas contaron no sólo con la aprobación de los hermanos y hermanas de religión, sino también con el consentimiento de las respectivas familias.

Una de las mujeres, fue más allá de la convivencia amistosa y, clandestinamente, se hizo novia de M. Cuando sus padres se enteraron de su osadía, intentaron prohibirle que lo siguiera frecuentando, a lo que ella opuso la formalidad del muchacho, sus intenciones de contraer matrimonio y, sus propios sentimientos y deseos. Pasado un tiempo, sus padres terminaron aceptando la relación y después de un año M. fue a hablar con ellos para pedir a su hija. La petición se llevó a cabo de manera distinta a como dicta la costumbre. No hubo regalos de por medio, el novio no estuvo acompañado por los padrinos, y tampoco hubo posh.28 A pesar de estos cambios en el ritual de petición, permanece la intención de considerar la autoridad paterna de la que habla Rosenbaum en su investigación sobre una comunidad chamula (1993). El respeto a los padres de la novia es importante en la medida en que posibilita que la pareja y, sobre todo la mujer, cuente con el apoyo de su familia aún estando casada.

Otra de las mujeres ya había estado casada anteriormente y tiene una hija de ese matrimonio. Transcurrido un tiempo, decidió separarse de su marido porque la golpeaba y tenía otras mujeres. Antes de ser novia de A. tuvo otro novio, pero no quiso casarse con él porque era “mujeriego” y además no era musulmán. Después se hizo novia de A., a quien decidió aceptar como esposo porque es musulmán. Quizá por el hecho de ser una mujer separada, tener una hija y manejar un puesto en el mercado sosteniéndose sin ayuda de nadie más, no encontró tanta resistencia de sus padres para aceptar sus noviazgos.

El matrimonio, representa mayor autonomía y estatus para la mayoría de las indígenas sunníes. Así como la posibilidad de romper con la autoridad paterna y poder tomar decisiones más libremente: Me gusta estar casada, es mejor que soltera, porque ahora yo decido qué hacer, tengo mi propia casa, no como antes que me mandaba mi mamá…”levántate a prender el fuego, lava los platos” y ella no se levantaba…ahora si quiero me quedo otro ratito en la cama y yo decido qué hacer, tengo mi casa, mis hijitos, además me tocó un buen hombre.29

Algunas indígenas se convirtieron al Islam antes de casarse, otras después. Las primeras sí fueron pedidas a la manera tradicional, y no tuvieron oportunidad de conocer a sus cónyuges. A diferencia de las mujeres más jóvenes que se casaron después de su conversión: Yo vendía en Santo Domingo las artesanías, ahí lo conocí a Y., pero no nos hablamos, sólo miradas, conocía a su familia. Más después ya me fue a pedir, llevó refrescos, posh no, porque ya de por sí estaban en sabático, yo sentía vergüenza, ni lo mire, no estaba pues, por la vergüenza. Mis papás dijeron que regresaran más después, creo que a la semana. Llegó mi mamá y me dijo “te vas a ir con él”, así nomás, no lo conocí.30 De recién casada R. vivió con sus suegros y al respecto dice: Ya qué, así es, pero mi suegra fue buena y no me trató mal, a muchas mujeres no las tratan bien, las mandan todo el tiempo, luego les dicen que no saben hacer nada, yo ayudaba en la casa, pero no mucho.31 Esta es una costumbre muy común y en ocasiones se convierte en una experiencia difícil para la mujer, porque pasa del dominio paterno, al de su esposo y suegros. Sin embargo, entre los indígenas establecidos en la ciudad esto ha cambiado, ya que cada vez más los recién casados tienden a establecerse por su cuenta, aunque sea en el mismo asentamiento, como en el caso de los indígenas sunníes.

De igual forma, B. comenta: El amor vino más después, yo no me quería casar con ese señor.32 Ella es la segunda esposa de A.H., de la primera se separó porque lo obligaron a casarse con ella. Su situación, aunque excepcional, da cuenta de que la costumbre puede constreñir a hombres y mujeres cuando se refiere a mantener el honor y respetabilidad social de la familia. El hermano de A.H. de último momento se negó a casarse con una mujer a la cual ya había pedido a la usanza tradicional. Sus padres, en vista del riesgo social que implicaba el incumplimiento del compromiso, forzaron a A.H. para que se casara con la mujer que su hermano había rechazado, salvando la reputación de la familia. Su matrimonio duró poco porque no tenía una buena relación con la mujer, a la que decidió dejar. Entonces conoció a B. a quien le lleva más de diez años. Cuando la pidió fue ella quien no quería casarse con A.H., pero tuvo que acceder, porque sus padres aceptaron la petición.

Todas las mujeres que contrajeron matrimonio antes de ser musulmanas, se convirtieron porque sus esposos decidieron adoptar el Islam. Contrariamente a lo que podría esperarse, considerando las ideas negativas que persisten sobre el Islam en relación a las mujeres, según las cuales las mujeres son víctimas de los hombres, la conversión al Islam ha significado una mejoría en sus relaciones maritales, o bien, una continuidad en los avances logrados gracias a conversiones anteriores. Varias mujeres comentaron que sus esposos las ayudan en las tareas domésticas, como atender la tienda y cuidar a los hijos. Se dan casos de hombres que apoyan mucho más, por ejemplo en la elaboración de los alimentos y la limpieza de la casa: Mi M. es muy bueno, sí me ayuda, si no estoy prepara la comida y si estoy enferma, lava su ropa, pero no todos los esposos son buenos, mi hermana una vez me preguntó “¿acaso crees que todos los maridos son como el tuyo?”, parece que a ella no muy le ayuda M.33

Algunas mujeres me confiaron que, desde que practican el Islam, los hombres las tratan mejor, ya no les gritan, ni las regañan. La nueva doctrina religiosa también ha posibilitado el establecimiento de redes solidarias entre mujeres de distintas generaciones y lazos de parentesco. Y., esposo de R. la maltrataba, incluso llegó a tener otras mujeres. Cuando las hermanas y la madre de él se enteraron de sus acciones, defendieron a R. y hablaron con Y. para hacerle ver que lo que hacía es contrario al Islam y que sería fuertemente castigado por Allah si maltrataba a su mujer. Por si fuera poco, amenazaron con apoyar a su mujer para que lo dejara, distanciarse de él y preferirla a ella: Mi hermano cree que la mujer está para servir a su esposo, pero nadie lo apoyamos, parece que mi mamá habló con él, le dijo que no está de acuerdo, que si él trae a otra mujer, no lo vamos a aceptar porque ya de por sí tiene una su mujer que es R. y que es muy buena. Los hombres se lamentaron bastante de lo que hacía mi hermano, pero ya cambió, ya no lo escucho pelear.34

Si bien el Islam no prohíbe la poligamia, las mujeres del grupo lo utilizaron como punta de lanza para que dejara de frecuentar a otra mujer, defendiendo a su esposa. En este problema no sólo intervinieron las mujeres, también los hombres del grupo. Quien más reprimió al muchacho fue su propio padre, quien lo conminó a que valorara a su mujer y pensara en sus hijos.

Estas redes solidarias de mujeres han sobrepasado los límites del grupo musulmán acogiendo a otras mujeres ajenas al Islam que carecen de apoyos, sobre todo a las mujeres separadas con hijos que, además de vivir en la colonia, mantienen ciertos lazos de parentesco con el grupo. Así, las mujeres se turnan para ir a recoger a los niños a la escuela, para comprar el pan que venden en sus tienditas, comparten alimentos, se prestan dinero y cuidan de los hijos de la otra en caso necesario. Entre los hombres también se tienden redes solidarias que traspasan el ámbito religioso. Pese que se documentaron menos que las experiencias de las mujeres por la imposibilidad de acceder a espacios masculinos, es de notar el apoyo que se prestan en la realización de diferentes tareas, así como para solucionar problemas que atañen a toda la colonia, sin que las diferentes creencias pesen.

7. Reflexiones finales

La adopción del Islam por los indígenas sunníes muestra que el nuevo discurso religioso no se impone de forma unilateral entre quienes se convirtieron a esta nueva religión. Tanto hombres como mujeres están apropiándose del Islam de manera crítica y selectiva, retomando aquellas prescripciones religiosas que consideran adecuadas y significativas en el desenvolvimiento de sus vidas cotidianas, y rechazando y reformulando otras por considerarlas dañinas.

En este proceso de selección y valoración las mujeres sunníes están jugando un papel importante. No sólo se han apropiado de un espacio, la mezquita, que en muchos países musulmanes es exclusivo de los hombres. También están accediendo a los libros sagrados y discutiendo su religión con el resto de los hermanos musulmanes que conforman el grupo sunní. Han acogido el nuevo discurso religioso pero no totalmente ni al pie de la letra, rechazando abiertamente la poligamia y reformulando prácticas como el uso del velo, a la cual le han impreso su propia lógica. A partir de ésta, la adopción de esta prenda es concebida como resultado de la adquisición de mayores conocimientos religiosos y de un imam o fe más sólida que sólo puede conseguirse gradualmente. Más aún, esta experiencia muestra que la gradual incorporación del velo no significa la sustitución de sus trajes tradicionales. De la misma forma que aprender árabe para poder leer el Corán no significa olvidarse de su lengua materna, y que por lo tanto, se puede ser indígena y musulmana a la vez.

En términos generales, el Islam ha traído consecuencias positivas en las relaciones de género entre los indígenas sunníes, favoreciendo el establecimiento de relaciones más armónicas, tanto entre hombres y mujeres como entre personas del mismo género. Además de las transformaciones positivas, el Islam se ha convertido en el medio para reforzar el abandono del alcohol, posibilitando la permanencia de los cambios generados a partir de conversiones anteriores. Otras prácticas se han visto reforzadas a partir de la conversión al Islam, como la participación de las mujeres en la generación de ingresos y la vida política de la colonia. En este sentido, el Islam no representa un obstáculo ni un retroceso.

Sin embargo, los cambios favorables tienen límites y presentan contradicciones. Los límites se derivan principalmente del reducido número de musulmanes que conforman el grupo y de la distancia que existe entre éste y la organización más amplia a la que pertenecen, el CCI, restringiendo la posibilidad de extender las redes de apoyo para y de mujeres. Hasta ahora solamente los hombres han viajado a Tequesquitengo, Estado de México para tomar cursos sobre Islam y convivir con hermanos de otros lugares. Las mujeres no lo han hecho porque la mayoría tienen hijos pequeños y las que son solteras son demasiado jóvenes para viajar solas. Las contradicciones no provienen directamente del discurso religioso, sino de los arreglos de género existentes, relacionados con eventos como la maternidad y el estado civil de las mujeres, que justifican la exclusión. En este sentido, las mujeres casadas gozan de mayor estatus al interior del grupo y de cierto grado de autonomía, pero ésta disminuye con la llegada de los hijos. Las mujeres solteras, por su parte, son tomadas en cuenta cada vez más en el proceso de petición, pero al mismo tiempo están sometidas a la autoridad de sus padres.

Más allá de las contradicciones y los límites, la experiencia de los indígenas sunníes rompe con las ideas generalizadas del Islam que lo hacen aparecer como una religión patriarcal sin posibilidad de transformación. La activa participación de las indígenas sunníes en la apropiación del nuevo discurso religioso cuestiona las ideas heredadas del feminismo occidental según las cuales las mujeres del Tercer Mundo son ignorantes, domésticas, víctimas de las tradiciones, conservadoras y religiosas. En todo caso, las indígenas sunníes son religiosas por decisión propia y sin que esto signifique ser conservadoras o pasar por encima de sus derechos y deseos. De hecho, la forma en que llevan a la práctica la nueva religiosidad ha provocado cambios positivos en sus vidas. En este sentido, lo que a primera vista parece conservador ha dado lugar a algo novedoso.

Esta experiencia también es importante en la medida en que cuestiona ideas generalizadas que ven en las religiones extranjeras una amenaza para las culturas e identidades étnicas. La experiencia de los indígenas sunníes muestra en qué medida y de qué formas están reconfigurando y resignificando su identidad étnica en relación al Islam. Para los indígenas sunníes hay aspectos de su identidad étnica que no son negociables, como el uso de su lengua materna o el consumo del maíz, y el uso del traje en el caso de las mujeres indígenas. Sin embargo, hay elementos que sí son negociables, como los arreglos matrimoniales, y que muestran no sólo la activa participación de los indígenas en la apropiación del nuevo discurso religioso, sino además una apropiación que no pone en riesgo su identidad como indígenas.

Como señalan Hirschkind y Mahmood, tendemos a olvidar que el conjunto particular de deseos, necesidades, esperanzas y placeres que los liberales y progresistas abrazan, no necesariamente agotan las posibilidades del florecimiento humano (2002: 353). Al respecto podría decirse que la experiencia de los indígenas sunníes descentra los conceptos de libertad y sumisión entendidos desde una perspectiva liberal, ampliándolos y dotándolos de un significado culturalmente específico que no tiene porqué ser comparado con la concepción liberal de ambas ideas, puesto que sus vidas han sido moldeadas por tradiciones no liberales.

Fuente: Lanic.utexas.edu

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1 Estudiante de doctorado en University of Texas en Austin, E.U.A.

2 El MMM se originó en los años setenta y actualmente tiene presencia en varios lugares del mundo como Sudáfrica,
Norteamérica, Malasia, Nigeria, Inglaterra, Turquía, Australia, Francia, Dinamarca, Alemania, España y desde la
llegada de los españoles a Chiapas, en México. El líder del MMM es el Shaykh Abdalqadir as-Sufi al Murabit, nacido
en Escocia, y educado en la doctrina islámica por reconocidos estudiosos de esta religión. La misión del MMM es
fundar un nuevo orden mundial apegado a las enseñanzas del profeta Muhammad y a su umma o comunidad
establecida en Medina antes de su muerte. Para mayor información del núcleo murabitun establecido en la ciudad de
San Cristóbal de Las Casas, ver página web: www.islammexico.org

3 Este es un nombre ficticio utilizado con el fin de respetar el anonimato de las personas con quienes realicé trabajo
de campo en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

4 Una de las acciones realizadas a partir del levantamiento zapatista consistió en la recuperación de tierras, varias
organizaciones indígenas aprovecharon el contexto para ocupar tierras ubicadas alrededor de la ciudad de San
Cristóbal de Las Casas. Con el paso de los años las tierras ocupadas formaron algunas de las actuales colonias de expulsados. Cabe señalar que la mayoría de estos asentamientos han sido legalizados, no así las tierras en las que se
ubica El Encuentro.

5 A grandes rasgos, la vertiente sunní es una de las tres principales subdivisiones que existen dentro del Islam. Los
otros dos son el Islam shiíta y el sufismo. Las tres subdivisiones tienen su origen en los primeros tiempos del Islam.

6 Para un análisis y descripción más detallada sobre este proceso ver Cañas, 2005.

7 El almuecín es la persona que recita el llamado a la oración o adhan.

8 Durante un viaje a Marruecos en el mes de mayo de 2005 pude constatar que las mezquitas a las cuales se prohibía el ingreso de las mujeres son mayoría, siendo muy pocas las que lo permiten.

9 La chilaba es una túnica o bata que tiene un gorro integrado. A diferencia del hijab que es un velo para cubrir la cabeza o del caftán que es una bata sin gorro.

10 Los Hadices son las tradiciones y costumbres del profeta Muhammad.

11 El salat es la oración. Los musulmanes están obligados a hacer cinco salats u oraciones diarias.

12 Desafortunadamente no puedo hablar detalladamente de los intercambios que tienen lugar de ese lado de la mezquita porque no tuve acceso a él. Las reglas de segregación derivadas del Islam prohíben que hombres y mujeres se mezclen al interior de la mezquita.

13 Fragmento del sermón pronunciado por A.H. recopilado el 4 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

4 Ver nota número 9 para entender las diferencias entre una prenda y otra.

15 Información obtenida a partir de un viaje a Marruecos realizado en mayo del 2005.

16 El traje chamula consiste de un enredo o falda de lana negra atado a la cintura con una cinturón elaborado en telar de cintura y un blusón de tela brillante bordado a mano.

17 Testimonio de Y. recopilado el 3 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

18 Testimonio de Z. obtenido el 3 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

19 Comentario de Y. recopilado el 1ero. de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

20 Fe en árabe.

21 Comentario de S. recopilado el 23 de abril del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

22 Testimonio de B. recabado el 8 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

23 Testimonio de B. recabado el 8 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

24 Palabras de Y. recopiladas el 8 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

25 Comentario de Y. recabado el 8 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

26 Comentario de R. recopilado el 9 de abril del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

27 Comentario de Z. recopilado el 23 de febrero del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

28 Bebida tradicional embriagante de San Juan Chamula, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

29 Testimonio de F. recopilado el 20 de abril del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

30 Testimonio de R. recabado el 22 de enero del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

31 Testimonio de R. recabado el 31 de enero del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

32 Testimonio de B. recabado el 7 de febrero del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

33 Testimonio de Z. recopilado el 16 de febrero del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

34 Testimonio de Y. recopilado el 11 de marzo del 2005, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Referencias
ABU LUGHOD, LILA
1986 Veiled Sentiments. Honor and Poetry in a Bedouin Society, University of California Press, California.

AHMED, LEILA
1992 Women and Gender in Islam, Yale University Press, Michigan.

BARRIOS RUIZ, WALDA E.; LETICIA PONS BONALS
1995 Sexualidad y Religión en los Altos de Chiapas, UNACH, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

BONFIL, PALOMA
2004 “Lo público es ancho y ajeno. Obstáculos y desafíos para la construcción de una agenda de mujeres indígenas”, en Hernández Castillo Aída, et.al. (coords.) El Estado y los indígenas en tiempos del PAN: neoindigenismo, legalidad e identidad,

 
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