El ex ministro y ex periodista ecuatoriano Carlos Vera (Manabí, 1955), reconvertido en activista político opositor al Gobierno de Rafael Correa, afirmó ayer en Madrid que la política del mandatario ha desembocado en un sistema totalitario. En una entrevista concedida a EL PAÍS en el marco de la presentación de su libro ¡Nunca mordaza!, denunció los ataques contra la libertad de expresión que están sufriendo los medios de Ecuador.
Pregunta. ¿Cuál es la posición de Correa en el eje bolivariano? ¿Estará siempre codo con codo con Hugo Chávez?
Respuesta. Ojalá Bolívar tuviera un eje. Es un eje chavista, no bolivariano. Es un eje chavista-iraní. Desde Irán, Rusia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, pasando por Nicaragua y resistiéndose Argentina. Y es muy tarde, por parte de Correa, para desmarcarse. Ya fue a Haití y dijo, en discrepancia con Chávez, que era intrascendente la presencia de las tropas norteamericanas. Que lo urgente era la ayuda a los haitianos. Es muy tarde para desmarcarse del sello chavista que tiene, porque lo impregnó en la Constitución. Porque lo está repitiendo con una Ley de Comunicación que es una ley mordaza. Porque lo está replicando diariamente con sus actitudes. Es una versión mejorada, disimulada y acelerada de Chávez.
P. ¿Correa se vende bien?
R. Es un buen actor y es un hipócrita político. Yo lo he dicho en mi libro: que debería actuar en telenovelas y no en política, sin duda. Tiene mucho talento y carisma; tiene mucha inteligencia, actividad y chispa. Y por eso es muy peligroso que un individuo de esas características personales empuje un sistema totalitario, porque es fácil encubrirlo en su lenguaje y no descubrirlo en su actitud.
P. ¿Qué opina del acercamiento entre Correa y su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, en la reciente cumbre del Grupo de Río?
R. Colombia nos pidió disculpas y perdón dos veces, y nos ha dado electricidad. Eso es lo que motiva que Correa le dé la mano a Uribe. Está aprendiendo, aunque muy tarde, a ser un presidente para dejar de ser un camorrista.
P. El mandatario ecuatoriano lleva un discurso muy antiimperio. ¿Por qué, pues, aún no se ha desprendido del dólar?
R. No sólo en eso es contradictorio. Cuando fue a Haití, habló del imperialismo de las donaciones. Es un tipo que no sabe lo que es el imperialismo y cree que el único imperialismo es el norteamericano. El imperialismo es la hegemonía de un país poderoso sobre otro, impuesta por una serie de mecanismos de presión y de fuerza. Hay un imperialismo venezolano en América Latina a través del petróleo y de la entrega de armas, como los aviones viejos que nos dieron para la Fuerza Aérea. Por otra parte, curiosamente, él se ve obligado, contra su voluntad, a mantener el dólar porque es lo único que puede sostener la economía. Y por último, él no ha abdicado de su obsesión de salir de la dolarización, porque es el único instrumento que va a salvar esta política económica a largo plazo. Él puede tener una moneda propia y devaluar.
P. En su libro denuncia los ataques contra la prensa del Ejecutivo de Correa. ¿Cómo se restringe la libertad de expresión en la actualidad?
R. Quieren quitar la credibilidad, pero no impedir que un medio funcione. Pero a un medio sin credibilidad no le sirve de nada estar operativo. Ésa es la estrategia. No hay una propuesta de Ley de Comunicación, sino de incomunicación. Es una ley de medios, más que de comunicación. Una ley mordaza, restrictiva de la libertad de expresión, que se aprovecha de una cuña que ya nos metieron en la Constitución: el artículo 18, que exige información veraz, verificada y oportuna, lo cual es, cuando menos, subjetivo y, periodística y profesionalmente contradictorio.
P. Entonces sí hay diferencias con Venezuela, que simplemente cierra los medios inoportunos.
R. No, son matices, no diferencias. Son distintos tonos de un mismo color. Ahora la gente está diciendo que es el de Correa es un problema de temperamento, de estilo, que es autoritario. ¿Autoritario? Los Gobiernos autoritarios son firmes, verticales, duros y rígidos, pero dentro de la ley. Éste es un Gobierno que rebasa la ley, dictatorial, pero con la fórmula chavista, que engaña con elecciones y luego impone.
P. ¿Ha quemado definitivamente los puentes con su oficio? El activismo político no parece muy compatible con el periodismo.
R. Por eso, precisamente: la ruptura es total. Yo hice periodismo político durante 30 años y el Gobierno argumentaba que lo que he sido es un político encubierto de periodista. Si así fue, pregunto yo, ¿por qué no me lo dijeron antes? ¿Por qué iban a mis programas?