Según el periódico Al-Seyassah de Kuwait, policías municipales de Tijuana habrían arrestado a un dirigente musulmán del partido armado Hezbolla, Jameel Nasr, quien vivía en Tijuana, cruzaba la frontera a San Diego y desde la frontera de Baja California habría armado una red terrorista de Tijuana a Venezuela para atentar contra intereses y comunidades judíos.
Esa información solitaria fue publicada a principios de junio del 2010 un sólo día, en un sólo medio de Kuwait, a más de 15 mil kilómetros de distancia de Tijuana.
La información proporcionaba una serie de detalles, como que Nasr viajaba a menudo entre Tijuana y Líbano, país vecino de Israel donde se entrevistaba con militantes de Hezbollah.
Nunca nadie pudo confirmar la detención o siquiera existencia de Nasr, ni su estancia en Tijuana, ni la red que presuntamente armó y que, si la instaló, nunca ha actuado, pero esa información generó un alud lento que viene ahora a relacionar directamente a las instituciones del orden de Baja California con Israel.
Kuwait es un país pequeño de Medio Oriente, levantado en el mayor yacimiento petrolífero del mundo, con la mayor población de millonarios en el planeta, por el que presuntamente se desató la guerra del desierto contra Irak, por un supuesto intento de invasión y que desde entonces mantiene una estrecha relación con Israel.
Hezbollah domina principalmente en Irán, y según reportes, desde intenta motivar un levantamiento musulmán contra Israel. Irán, por ejemplo, desobedece ordenes de revelar toda su información nuclear.
Pero para efectos de cualquier vecino de Tijuana, lo interesante es que cuando medios estadunidenses preguntaron a la policía municipal de Tijuana sobre la detención de Nasr, la corporación no tenía idea de qué hablaban esos medios.
Interpol tampoco tenía datos sobre eso, ni las instituciones federales mexicanas. Hasta aquí parecía que la noticia que publicó el periódico kuwaití y que beneficiaba abiertamente a Israel en realidad carecía de fundamento.
Sin embargo a fines de junio, la congresista republicana Sue Myrick, de Carolina del Norte, una abierta política de línea antimusulmana, presentó una iniciativa para crear una Fuerza de Tarea, basada en "informes de exoficiales de inteligencia" sin identicar, que se dedicara a investigar presuntos vínculos entre Hezbollah y los carteles de las drogas que operan a lo largo de la frontera mexicana con Estados Unidos.
El Departamento de Seguridad Interior (HSD) respondió categórico que carece de informes que confirmen que hay una alianza entre Hezbollah y los carteles de las drogas.
De hecho la única información constatable por testimonios de detenidos de la presencia de mercenarios de Medio Oriente con carteles es al revés: mercenarios israelitas que antes entrenaron kaibiles, soldados de élite contrainsurgente guatemaltecos, también entrenaron a miembros de los Zetas en tácticas y técnicas de terrorismo como fórmula para ganar terrenos a sus rivales.
Myrick sin embargo mezcló todos los datos de inteligencia antinarcóticos fronterizos con Hezbollah. En una carta dijo por ejemplo "como usted sabe, Hezbollah es totalmente hábil para construir túneles".
Lo difícil de afirmaciones como esa es que ni siquiera la comunidad de inteligencia completa estadunidense sabe dónde o quienes construyen los túneles, aunque le queda claro que los usan para traficar drogas y en menor medida personas.
Toda esta información de Hezbollah, de Tijuana, de una red que presuntamente va de Tijuana Venezuela pasando, por ejemplo, por Paraguay, la existencia de Nasr, o su presencia en Tijuana, todo, no ha tenido ni el menor ápice de confirmación, sin embargo son versiones que interesan mucho a Israel.
En Baja California el gobierno israelí comenzó a estrechar relaciones con la Secretaría estatal de Seguridad Pública.
Nadie parece cuestionar el hecho de que Israel es un país, y que su relación debiera ser por la vía diplomática con el gobierno de México. Por eso es custionable que un gobierno extranjero estreche su relación directamente con una institución policiaca, la de Baja California, sin dar cuentas primero ni hacerlo a través de la cancillería mexicana, de ahí a la PGR o cualquier institución de inteligencia, luego al gobierno estatal de Baja California y tras presentarlo al congreso estatal, llevarlo a la SSP estatal.
Para dar una idea, supongamos que un periódico digamos de Brasil publica que el cartel de los Zetas tiene un campamento al norte de Chile y desde ahí planea atentados, y entonces el gobierno de Felipe Calderón establece una relación e intercambio de inteligencia con la policía de Tucumán y para ellos ignora al gobierno chileno y sus instituciones y al gobierno de Tucumán.
Nada ha sido comprobado y las instituciones de Baja California estrechan su relación con Israel, y únicamene han proporcionado un breve comunicado al respecto en el que se supone que el titular de Seguridad Pública de Baja California ofreció un discurso en Tel Aviv. Es todo lo que se ha informado. Por ello despierta curiosidad.
No es tan necesario recordar y detallar la opertatividad de terror de los kaibiles o de los zetas entrenados por exmilitares israelitas. Baste recordar que hace unos días fuerzas armadas allanaron como si fueran un ejército invasor la casa del escritor Efraín Bartolomé y que los invasores dieron una pequeñísima información: estaban ahí porque se les dijo que a esa casa "llegaba mucha gente", los invitados y pacientes y alumnos de Bartolomé y su esposa.
Valga el ejemplo aunque corresponde al gobierno federal y está lejos de Tijuana, porque ese procedimiento de arrasar con base en un pequeño dato de reunión es característico de las fuerzas armadas y de seguridad israelitas, de los kaibiles y zetas.