Es Michoacán -la fotografía en Nueva Italia con policías pecho tierra sometidos por guardias comunitarias con rifles y metralletas es el retrato perfecto que vive el estado: gobierno fallido-, pero también hay múltiples manifestaciones de violencia, vacíos de poder e impunidad por todos lados. No hay estrategia. Hay bandazos. No hay rumbo. Hay miedo.
Michoacán vive la embestida más cruenta que haya sufrido entidad alguna, equiparable a la de Ciudad Juárez en los tiempos de Calderón. “Jamás imaginé ver algo así”, me dice Miguel García Tinoco, corresponsal de Grupo Imagen Multimedia, reportero valiente y confiable. Razón no le falta: tan sólo en 2013 hubo mil homicidios.
Guardias comunitarias controlando gran parte de Michoacán. Nueva Italia tomada por policías “ciudadanas”, apoderándose del municipio de Apatzingán, bastión del crimen organizado. Batallas por doquier. Muertos por cientos. Ciudadanos refugiados en sus casas al caer la tarde. Mireles -el jefe comunitario preso por narcotráfico en 1988-, protegido por federales y elevado al rango del Mandela mexicano. Gobierno federal apoya y cuida a las guardias comunitarias.
Es Michoacán. Es el país. Y es el secuestro.
Durante el gobierno peñista se han registrado…¡Dos mil 663 casos de secuestro! Edomex al frente con 537; Morelos, 237; Tamaulipas, 198; DF -cada vez más ingobernable-, 189 plagios. (Fuente: Organización Alto al Secuestro). “No hay estrategia”, resume su presidenta, Isabel Miranda de Wallace.
Es México: el Departamento de Estado de EU alerta que 81 estadunidenses fueron asesinados durante 2013, diez homicidios más que en 2012. ¿Ha bajado la violencia? ¡Sí, cómo no!
Es el Estado de México: 30 ejecutados en seis municipios durante 12 días del nuevo año; 2.5 diarios. Ecatepec y Tultitlán, con alta delincuencia. No hay detenidos. Solamente en Toluca, el año pasado, hubo 50 asesinatos. Uno cada semana. Cifra récord en esa capital.
Es Veracruz, con tres decapitados el jueves pasado en la parte posterior del motel Venus, cerca del puerto. Seis cadáveres diseminados en Playa la Cava, municipio de Alvarado.
Es Morelos, donde en la comunidad indígena de Xoxocotla, municipio de Puente de Ixtla, cuatro integrantes de una familia fueron asesinados a balazos. Dos mujeres y dos hombres.
Es Guerrero, donde en el Centro de Reinserción de Tuxpan (Iguala), un grupo armado irrumpió la madrugada del 3 de enero. El saldo: diez personas muertas, entre reos y civiles. En la zona de la montaña, Olinalá, una familia es baleada: mueren una joven de 15 años de edad y bebé de año y medio.
Es el DF, donde en la delegación Gustavo A. Madero hubo cuatro baleados, dos murieron. GAM, cada vez con mayores índices de violencia, después de Iztapalapa. Dos mujeres de 25 y 30 años asesinadas. Sólo en octubre pasado hubo seis ejecuciones. El titular de Seguridad Pública de la demarcación, Alberto Esteva, sólo permaneció unos días en el cargo tras ser cesado por la delegada Nora Arias por manejarse “por la libre” y ganarle programas al gobierno central. Primero la vanidad y la grilla. Después el ciudadano. Un hombre asesinado en la colonia Doctores al resistirse a entregar su auto. Y en Insurgentes Sur, una agencia automotriz y un edificio de la SCT fueron atacados con bombas molotov.
Es Sinaloa, con inicio de año sangriento: 12 homicidios dolosos en cinco de los 18 municipios del estado, de acuerdo al procurador de Justicia, Marco Antonio Gómez.
Es Tamaulipas, con diez ejecutados en tan sólo 48 horas.
Es la extorsión, ya que se registraron ocho mil 17 denuncias de diciembre de 2012 a noviembre de 2013, con base al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Es el periodismo bajo fuego, con cinco comunicadores asesinados. ¿Qué hace el gobierno? Absolutamente nada.
Es la inseguridad en ciudades: de acuerdo a la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU), auspiciada por el INEGI, siete de cada diez habitantes del país se sienten inseguros en su comunidad. El mismo porcentaje ve “poco o nada efectivo” el desempeño policiaco. El 36% cree que la falta de seguridad continuará igual en el año, mientras 26% dice que empeorará.
Son las cifras irrebatibles.
Son los muertos de todos.
¿De qué sirven las reformas en un país bañado en sangre? De nada.
¿De qué sirven discursos, retórica, reuniones protocolarias con edecanes y aire acondicionado, mientras en las calles de México hay violencia, cadáveres, ciudadanos arrodillados, miedo, impunidad e indefensión? De cero.
No sólo es Michoacán.
Es México.