Varios servicios de Inteligencia internacionales han revelado su preocupación por el avance islamista en América Latina. Los informes avanzan específicamente sobre personas de origen pakistaní, afganas e iraníes, principalmente en Venezuela, Cuba y Nicaragua, quienes han establecido bases de operaciones en América Latina, dice el autor.
VARIOS MEDIOS DE PRENSA, entre ellos Los Ángeles Times, han informado al respecto afirmando que el Presidente Hugo Chávez Frías ha formado una “alianza estratégica” con Irán y que esta explotación de los nuevos vínculos se extiende a Bolivia como una filial asociada a la alianza venezolana-iraní.
Hay varias hipótesis respecto de los fines de estos grupos que van desde la intención de crear células operativas para secuestrar hombres de negocios de origen judío en América Latina para trasladarlos luego a Oriente Medio, como también que intentarían utilizar a Venezuela como base para infiltrarse en Estados Unidos con documentación provista por el régimen.
MAYOR INTERÉS POR LA REGIÓN
El gobierno del presidente Chávez es el mayor proveedor latinoamericano de petróleo a Estados Unidos. La región es un socio de importancia en el desarrollo de combustibles alternativos para Washington, así como su mayor proveedor de “drogas ilegales”. América Latina es también la fuente más importante de inmigrantes a Estados Unidos, tanto documentados como no. Todo esto refuerza el interés de Washington por la región ya sea desde lo estratégico, económico y cultural, por lo tanto, genera también preocupaciones a la administración estadounidense.
El escenario actual muestra claramente una realidad impensada años atrás: la era de Estados Unidos como potencia influyente en América Latina -si bien no ha terminado- transita uno de sus tiempos más complicados. Los países de la región no sólo han crecido en índices económicos (a una media del 5 por ciento en los últimos 5 años) sino que parecen interesados en direccionar sus relaciones continentales hacia una corriente latinoamericanista de unidad -discutible y discutida, pero realista- si observamos la evolución de estas cuestiones en el último decenio. También América Latina ha ampliado las relaciones con otros Estados y regímenes, entre ellos China, India y desde luego la región de Oriente Medio (Siria e Irán).
Al mismo tiempo, Estados Unidos ha centrado su atención también en otros lugares, en particular, Oriente Medio ha sido un tema central para la administración estadounidense. El resultado de ello es una región que en la configuración de su futuro se observa en una dirección cambiante en relación con su pasado.
Asimismo y aunque América Latina ha hecho progresos sustanciales, también se enfrenta a retos actuales. La democracia se ha extendido, las economías se han abierto y las poblaciones han crecido. Sin embargo, muchos países han luchado por reducir la pobreza, la desigualdad y la inseguridad no con mucho éxito en estos temas. En lo relativo a la democracia y la lucha contra las drogas, siguen apareciendo aspectos insuficientes. En torno a cuatro áreas críticas: la pobreza, la desigualdad, la seguridad y las migraciones, materias todas que son de interés inmediato para Estados Unidos, los avances han sido inferiores a los esperados.
LA IMPORTANCIA DE LA CONCEPTUALIZACIÓN
La prioridad es cómo debería desarrollarse una respuesta adecuada al terrorismo, o dicho de otra manera: como enfrentar la amenaza de violencia que encarna el radicalismo islamista.
Cuando me refiero al uso del término “terrorismo islámico” en relación a cómo es percibido en América Latina, sostengo que se manifiesta el primer error conceptual en tal referencia, puesto que ese término es utilizado desde el desconocimiento como un sustituto al radicalismo yihadista militante.
Las elites políticas sudamericanas y casi todo el espectro político regional no han comprendido realmente cuál es la forma correcta de conceptualizar y definir esta materia, es que el enfoque correcto. La base adecuada para formular una estrategia se encuentra muy lejos de la materialización de los gobiernos latinoamericanos en virtud que equivocan generalmente el origen de la problemática cuando intentan abordar el problema del terrorismo islamista. La prueba de ello es la impunidad que aún se mantiene en el atentado más grave y destructivo (85 muertos) ejecutado en el sur del continente, el ataque a la Mutual Israelita de Buenos Aires (AMIA), Argentina, en julio de 1994, tan solo dos años después de que en esa misma ciudad de Argentina se ejecutara el primer y brutal ataque también por medio de camión-bomba contra la Embajada de Israel (1992). Las respuestas de las instituciones y los organismos de seguridad, de control de fronteras y de la justicia, aunque esta última realizo avances investigativos de importancia en los últimos 3 años, aún permanecen en sala de espera.
DESCONOCIMIENTO DE LA PROBLEMÁTICA
La escasa comprensión y la forma en que se aborda el problema sobre el fenómeno del terrorismo yihadista por parte de algunos gobiernos latinoamericanos es básicamente incorrecta y ello se debe, definitivamente, al desconocimiento político-regional sobre el fenómeno de la yihad global y por tanto al desconocimiento del problema que da lugar al fenómeno en cuestión.
Los gobiernos latinoamericanos deben estar preparados de cara al futuro fortaleciendo sus instituciones democráticas y las leyes. Deberán adoptar la forma correcta para tratar de prevenir atentados como la voladura de la AMIA, que mencioné anteriormente, o incluso algo peor.
RECONOCER EL CAMPO DE BATALLA
El mayor error de los gobiernos latinoamericanos en esta materia es no reconocer que sus países han sido designados como campo de batalla global, aunque es cierto también, que de momento Latinoamérica no es para la yihad un campo de batalla central. América Latina no es una fábrica de combatientes yihadistas. El crecimiento de la pobreza en algunos países latinoamericanos no genera terroristas suicidas El punto negativo y preocupante es que yihadistas provenientes de Oriente Medio, adoctrinados por las madrasas islamistas puedan extender su influencia en el continente y la región a partir de la “languidez” de sus fronteras y el desconocimiento y la ignorancia sobre estos. El tema es escasamente comprendido por parte de políticos y funcionarios de la región. Los yihadistas no son una reacción determinada ante un punto de controversia, por el contrario, son una fuerza de combate “ideológico-militar” con una visión del mundo a la que aplican sus estrategias fundadas en la teocracia que sostienen a partir de una severa y perjudicial distorsión del Islam.
INFILTRACIÓN DE TERRORISTAS
El shock generado por la noticia y su difusión acerca de la posible infiltración de yihadistas en América Latina debe ser entendido dentro del marco de una nueva tendencia estratégica. Las elites políticas latinoamericanas deben responder con medidas concretas y políticas adecuadas para proteger sus intereses nacionales y sus ciudadanos dentro del marco institucional legal y con las herramientas que las instituciones democráticas ofrecen, pero para ello debe haber concientización respecto de cuál es el problema para luego abordarlo en consecuencia y con éxito.
Los yihadistas son innovadores y no escatiman recursos materiales al momento de avanzar en sus planes. Están tratando de captar y utilizar a personas no-árabes en lugares y países lejanos al mundo árabe. América Latina puede ser el lugar adecuado y de mayor facilidad de lo que les resulta Europa para tales fines, aunque si tenemos en cuenta que los autores identificados de los ataques en Londres eran sujetos nacidos en Inglaterra, el balance europeo no ha sido malo para la yihad global.
LA NEUTRALIZACIÓN DE LA IDEOLOGÍA
¿Por qué sería malo intentarlo en Latinoamérica cuando existen gobiernos amigos y los ciudadanos de la región pueden ser mucho más fácilmente seducidos por cuestiones tanto económicas como políticas mucho más accesibles que las que debieron vencer en Europa para la captación ideológica de combatientes? Se trata de una guerra. Ellos lo saben y están tratando de utilizar todos sus recursos disponibles para desarrollarla y ganarla.
Lo que se debe hacer en contraposición es neutralizar su instrumento más poderoso: “su ideología”. Resultará difícil y no siempre se podrá determinar de qué dirección y de qué manera van a venir. Pero, si se identifica claramente esta ideología y se educa a los ciudadanos se podrá luchar con éxito contra ella, sus recursos se verán aislados y su poder debilitado al punto de hacerlo inoperable.
Muchas personas en América Latina podrían ser consideradas como simpatizantes de la causa del islamismo militante solamente por sus posiciones anti-imperialistas, anti-americanas, anti-sionistas (antisemitas), anti-desarrollo occidental. En este sentido, no hay que descartar que el radicalismo islamista logre asentarse y ganar la mente y la voluntad de muchos en América Latina.
LAS BATALLAS PENDIENTES
Metafóricamente, América Latina aún debe librar muchas batallas en varias de sus guerras: la guerra contra la pobreza, la guerra contra la pobreza, la guerra contra la violencia y la pobreza, contra las desigualdades y contra injusticia, la guerra contra el SIDA, etc. No estoy hablando de guerra en sentido literal o en relación con el empleo de la fuerza militar. Es cierto que hay preocupaciones por la connotación que se le otorga a la palabra guerra en la dialéctica Revolucionaria Bolivariana, recuérdese las amenazas de Hugo Chávez de enviar sus aviones al Palacio Nariño en Bogotá escasos meses atrás, durante la crisis Ecuador-Venezuela-Colombia.
Sostengo que la implementación de políticas exitosas de contención y neutralización del fenómeno de infiltración terrorista en el continente latinoamericano es de imperiosa necesidad pero a la vez, éstas serán posibles si hay concientización en su clase política, sus funcionarios de seguridad gubernamentales y sus ciudadanos en general. Todo ello debe realizarse despojados de cuestiones ideológicas que hacen perder el foco de la problemática.
La respuesta al problema no está en apoyar o rechazar intervenciones militares, en acompañar o repudiar una invasión, sino que depende de otros instrumentos del poder institucional para tratar de prevenir las operaciones del radicalismo islamista y su influencia en el mundo. En esta empresa, la dirigencia política de América Latina será fundamental, pues debe unir esfuerzos y transmitir claramente a sus gobernados como trabajarán contra este flagelo. Seguramente contarán con el apoyo de la mayoría de sus conciudadanos.
Una estrategia de contención ante la infiltración del radicalismo islamista militante debería tener sentido para los gobiernos latinoamericanos. La naturaleza de la amenaza hace que deba ser instrumentada una política madura y sólida en relación a la materia. Es peligroso cuando se trata con agentes no estatales no disponer de un marco legal de neutralización, es peor ignorar y podría ser catastrófico esquivar la el debate sobre la esencia de una problemática de tal importancia y relativa a la seguridad continental.
ESTRATEGIA DE CONTENCIÓN
Los yihadistas no disponen de una gran fuerza militar, no tienen tanques, submarinos, ni fuerzas de aire y es de esperar que no dispongan un día de armas nucleares. Así, cuando refiero a una estrategia de contención, no significa una estrategia de contención que limite las libertades individuales de los ciudadanos de los países latinoamericanos ni afecte sus derechos en general. Lo que hay que hacer es pensar muy cuidadosamente el camino a tomar y los medios con los cuales impedir que los islamistas radicales puedan aumentar su influencia dentro de los países sudamericanos y sus sociedades como lo intentan a través de la violencia extrema en países del Oriente Medio.
“Todos los esfuerzos para hacer frente a los desafíos que plantea la infiltración islamista deben ser realizados en coordinación con las instituciones multilaterales, gobiernos y líderes locales”
No creo que exista una solución única e individual. Lo que pueda ser útil a Colombia, no sería tal vez de utilidad a Brasil, lo que genere seguridad en Argentina probablemente no vaya en consonancia con Bolivia, Perú, Ecuador o Chile.
En el caso latinoamericano, todos los esfuerzos para hacer frente a los desafíos que plantea la infiltración islamista deben ser realizados en coordinación con las instituciones multilaterales, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos y líderes locales. Al centrarse en áreas de interés mutuo, América Latina puede desarrollar una asociación que apoye las iniciativas regionales y de sus propios países en el progreso y la seguridad. Esta asociación también debe promover los objetivos regionales y fomentar la estabilidad, la prosperidad, la seguridad y la democracia en todo el hemisferio.
Fuente: http://spanish.safe-democracy.org/2008/09/12/la-influencia-del-yihadismo-global-en-america-latina/