Los casi seis años de intensas operaciones de seguridad del gobierno del presidente Álvaro Uribe contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) están comenzando a producir resultados tangibles. Las fuerzas del gobierno dieron de baja a varios importantes comandantes de campo rebeldes en 2007 y a dos miembros del comando central en marzo de 2008, entre ellos a Raúl Reyes, segundo al mando, y han interrumpido severamente la comunicación entre los insurgentes, propiciando una pérdida de cohesión interna en la organización, así como la disminución de sus ingresos ilegales.
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