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Análisis e Investigación
El informe AMIA debe ser desclasificado

Por Miguel Ãngel Toma

Publicado en: Clarín - 3 de Enero de 2013

 

Cuando dos países van a una negociación, cada uno sabe lo que busca del otro. Pero pareciera ser que este no es el caso de lo que ocurre en las negociaciones iniciadas, entre gallos y medianoche, y desarrolladas en una fuerte penumbra informativa, entre Argentina e Irán.

¿Qué busca Argentina?

¿Acceder a una fuente de petróleo para paliar el brutal déficit energético en que nos sumió el kirchnerismo? ¿Profundizar el alineamiento con el eje Chávez-Correa, acercándose a Ahmadinejad? ¿Acaso las motivaciones son comerciales? Los argentinos no lo sabemos. Sin embargo, sí sabemos lo que quiere Irán: obtener tecnología nuclear que le permita acelerar el proceso de enriquecimiento de uranio y poder convertirlo en potencial militar.

Sabe que los tiempos se le agotan. Que la presión diplomática crece y que si no llega a tiempo a tener esta tecnología, Occidente va a terminar -en el menos cruento de los casos- imponiéndole un control que va a abortar esa posibilidad.

Eso es lo que busca Irán en el acercamiento a Argentina, en un contexto de sospecha internacional de que ya se haya producido alguna transferencia tecnológica triangulándola vía Venezuela.

Irán necesita hacer gestos para demostrar buena voluntad en la investigación y de esa manera poner en una nebulosa su participación directa en los dos atentados ocurridos en la Argentina. Pero Irán jamás va a poner a disposición de la justicia argentina a ninguno de los acusados, entre los que se encuentra su actual Ministro de Defensa. Necesita, como ya dijimos, distender y ganar tiempo y el Gobierno argentino, al ir a esa negociación, sin que Irán acepte responsabilidad alguna, le está siendo funcional a sus objetivos.

Pero la administración de Cristina Fernández de Kirchner no puede alegar ignorancia.

Sabe perfectamente cómo se planificó y ejecutó el atentado a la AMIA. Bastaría con que la Presidenta les pida a sus funcionarios que le acerquen el informe AMIA, elaborado por la Secretaría de Inteligencia durante el gobierno de Eduardo Duhalde, para refrescar los detalles de lo que ella ya conoce.

La Presidenta sabe, por ejemplo, que fue un 14 de agosto de 1993, a las 16.30, cuando se reunió en la ciudad santa de Masshad el Consejo Supremo de Seguridad Iraní, presidido por Alí Khamenei, líder supremo religioso; Alí Akbar Rafsanjani, presidente de la República Islámica de Irán; Alí Velayati, ministro de Relaciones Exteriores; Mohamed Hijazi, jefe de Inteligencia y Seguridad y Alí Fallahjian, ministro de Información y jefe del Comité de Seguridad, oportunidad en que se decidió el atentado a la AMIA. Sabe también que en esa reunión fue el coronel Ahmah Vahidi, miembro de la Oficina de Asuntos de Inteligencia y Seguridad, quien lo propuso y que fueron Ahmed Reza Ashgari y Mosshen Rabbani (ambos funcionarios de la embajada iraní en Argentina) quienes expusieron las tareas de inteligencia y preparación desarrolladas para llevar a cabo el ataque.

Sabe eso y muchas cosas más, las mismas que llevaron al juez federal que entiende en la causa a pedir la captura internacional de esos funcionarios y sobre las que se basó el fiscal Alberto Nismann para continuar con sus investigaciones.

Sería más que imprescindible que la señora Presidenta diera la orden de desclasificar ese informe para que todos los argentinos conociéramos a fondo la catadura política y moral de los interlocutores del canciller Héctor Timerman para negociar vaya a saber qué cosas.

Es importante recordarle también a la Presidenta que su mandato, y por ende sus fueros, tienen fecha de vencimiento: el 10 de diciembre de 2015. Y que a partir de esa fecha deberá dar muchas explicaciones morales, políticas y penales sobre la gestión de su gobierno. Pero el terrorismo es un delito de “lesa humanidad” y hacerle el juego a un Estado terrorista es acercarse peligrosamente al encubrimiento o a la consagración de la impunidad de un delito imprescriptible, además de hacer oídos sordos a las voces de argentinos que por millones clamamos por justicia y a las voces silenciadas para siempre de los cientos de compatriotas muertos por la furia irracional de un fundamentalismo sangriento.

*Ex secretario de inteligencia

 
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