Organización Latinoamericana para la Defensa de la Democracia
Una organización asociada a CIEMPRE (Centro de Investigación y Estudio de Medios Periodísticos y redes Electrónicas)
Una ONG dedicada a la defensa de la libertad y las instituciones democráticas en América Latina.

Newsletters
 
Buscar Archivos:          

Análisis e Investigación
El destape del pueblo venezolano

Por Dr. Marcelo Castro Corbat

17 de Abril de 2013

 

Las recientes elecciones presidenciales en Venezuela han puesto sobre el tapete dos temas que son centrales para la vida política en democracia de Latinoamérica: - la corrupción en los actos electorales y la quimera de los llamados líderes carismáticos, salvadores del pueblo y de la Patria.

En la elección presidencial de Venezuela del 7/10/2012, el presidente Hugo Chávez fue reelecto para un tercer mandato consecutivo, obteniendo el 55,08% de los votos, mientras que su rival Henrique Capriles obtuvo el 44,30%; diferencia 10,78%. Chávez realizó campaña en medio de dificultades por su estado de salud. Henrique Capriles reconoció los resultados y pidió respeto para la oposición.

En la elección presidencial del 14/4/2013, seis meses después, Maduro, candidato elogiado e impuesto por Chávez antes de morir, obtuvo el 50,66% de los votos y Capriles el 49,07%; la escasa diferencia de 1,55%, solo puede explicarse por fallas en el armado de la corrupción en el proceso electoral. Capriles no aceptó la derrota, denunció 3.200 irregularidades y exigió un recuento de los votos.

La corrupción electoral en el siglo XXI no es la grotesca de siglos anteriores, que impedía con violencia el voto a los opositores. Ahora se ha sofisticado, utilizando los colosales recursos del Estado para comprar votos en forma directa, otorgando prebendas y creando mecanismos basados en resquicios legales. Es la política impulsada por Fidel Castro, vigente en Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, especialmente en el Ministerio de Alicia Kirchner.

La corrupción electoral es incompatible con la democracia.

Los líderes revolucionarios carismáticos son una quimera: muerto el perro se acabó la rabia. La historia muestra que la cultura de los pueblos no cambia por nuevas constituciones, leyes, o decretos. Sigue vigente y perdura porque está integrada al ser humano y porque la evolución de la cultura social es siempre lenta.

Todos los países tienen el riesgo que aparezca un carismático que, ante las inevitables crisis sociales, prometa corregirlas enfrentando a los ciudadanos. El caso Venezuela demuestra que los carismáticos no son creídos por la ciudadanía, que no votó a su heredero, y la situación se les agrava si están atrapados en la corrupción.

Pero hay una lección de Venezuela: a los carismáticos en sus distintas versiones, no hay que echarlos con revoluciones o golpes de Estado: hay que sacarlos del poder con los mecanismos institucionales. Es un suicidio político hacerse cargo de una economía y sociedad desquiciadas sin contar con un estable apoyo ciudadano.

Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República

 
Envía esta PáginaEnvía esta Página
ImprimirImprimir
Aumentar TextoAumentar Texto
Decrecer TextoDecrecer Texto
Página AnteriorPágina Anterior
OpiniónOpinión
Share
Hits: Este artículo ha sido visto 604 veces.
Análisis e Investigación AnteriorAnálisis e Investigación Anterior |Siguiente Análisis e InvestigaciónSiguiente Análisis e Investigación
• Artículos Recientes

0 Comentarios de nuestros lectores Envía tu Comentario Envía tu Comentario

Envía tu Comentario
Todos los campos son obligatorios. Su dirección de correo no estará visible en el sitio.
 
Su Nombre:
Su dirección de Email:
Su Comentario:
Por favor ingrese el código de verificación:
Rating: