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Análisis e Investigación
Dos Méxicos: el exitoso y el retrasado

Por Leo Zuckermann

Publicado en: Excelsior - 4 de Abril de 2014

 

Como suele ser el caso cuando se analiza a México, existen realidades muy contrastantes. El país del hombre más rico del mundo y el de 50 millones que viven en la pobreza. Donde hay una de las ciudades más pacíficas del orbe como Mérida y también una de las más violentas como Culiacán. La nación que ha recibido a refugiados políticos con los brazos abiertos y la que maltrata a los centroamericanos que cruzan su territorio. El México de hombres y mujeres brillantes y el de aquellos que sin ningún recato se orinan en la calle. En fin, nuestro país es uno de contrastes. Ahora la consultora internacional McKinsey presenta un estudio interesantísimo que demuestra dos realidades muy distintas en México: la de empresas muy productivas de clase mundial y la de negocios que se encuentran en la calle de la amargura.

Una historia de dos Méxicos: crecimiento y prosperidad en una economía de dos velocidades es el estudio realizado por el Instituto Global de la prestigiosa firma consultora de negocios. Habla, por un lado, del México exitoso:

“En los 20 años desde que México firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), creando un mercado único con Estados Unidos y Canadá, se ha convertido en uno de los exportadores de manufacturas más importantes del mundo. Siete fabricantes de automóviles a nivel mundial tienen plantas en México que producen ahora más coches al año que los que salen de Canadá. Universidades mexicanas preparan más ingenieros que Alemania. Reformas de apertura al mercado que comenzaron antes del TLCAN han continuado y ayudado a crear un grupo de multinacionales basadas en México que son competitivas a nivel global. Y con su estabilidad fiscal, más la noticia de un, amplio programa reformista, México está una vez más en la mira de los inversionistas y las multinacionales globales”.

Saquemos pues el pecho y sintámonos orgullosos de nuestro país. Momentito. Tranquilos. No olvidemos que del otro lado está el México mediocre y retrasado:

“Su PIB ha crecido sólo 2.7% anual en promedio desde el inicio de la década de los noventas y desde 1981 tiene un promedio de sólo 2.3%, muy lento para los estándares de las economías emergentes. Más de las dos terceras partes del crecimiento han venido de la expansión de la fuerza de trabajo; la productividad y los niveles de vida se han estancado. De hecho, debido al crecimiento lento, México ahora está detrás de países que alguna vez superó en PIB per cápita. China, que tenía una doceava parte del PIB per cápita de México en 1980, podría pasar a México en 2018”.

¿A qué se debe esto? Precisamente a la existencia de empresas sumamente exitosas y otras que nomás no despegan:

“Hay un México moderno, con una economía sofisticada, de alta velocidad, con fábricas automotrices y aeroespaciales de vanguardia y hay un México tradicional, tierra de empresas de subescala, de baja velocidad e improductivas, muchas de las cuales operan fuera de la economía formal. El decepcionante récord de crecimiento de México es el resultado de los dos Méxicos que tiran en direcciones opuestas: mientras que las más grandes corporaciones modernas (aquellas con más de 500 empleados) han aumentado la productividad a un ritmo rápido de 5.8%, la productividad entre las pequeñas empresas tradicionales se ha venido sumergiendo en 6.5% al año, además que la proporción de trabajadores empleados en estas empresas ha aumentado. En medio está una cohorte de cada vez menos empresas medianas, cuya productividad está aumentando en 1% al año. Así, entre la hundida productividad de las pequeñas empresas tradicionales y las ganancias débiles de los empleadores de tamaño medio, las ganancias de productividad de los modernos campeones mexicanos casi quedan eliminadas por completo”.

El estudio de McKinsey habla de las soluciones para, precisamente, elevar la productividad y mejorar el crecimiento económico. Son diversas acciones entre las que se encuentran: mejorar el ambiente de los negocios de tal suerte que las empresas informales tengan incentivos para cambiarse a la formalidad; fortalecer el Estado de derecho a fin de garantizar el pago de deudas y el cumplimiento de los contratos; remover las reglas fiscales que incentivan a las empresas tradicionales a quedarse chicas y en la informalidad; fomentar el acceso de capital para los negocios; bajar los costos de la electricidad; construir más infraestructura; y mejorar la educación a fin de preparar a los trabajadores de los sectores formales de la economía.

 
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