El país que va a celebrar la Copa del Mundo de Fútbol en 2014 y los próximos Juegos Olímpicas de 2016 tiene importantes limitaciones en la libertad de expresión. Treinta años después de sufrir una dictadura militar (1964-1985) apenas ha cambiado, afirma el informe de RSF (en portugués e inglés ), realizado en las ciudades de Río de Janeiro, Sao Paulo y Brasilia en noviembre del 2012.
Una docena de grandes empresas concentradas en las grandes ciudades controlan la comunicación, aunque Brasil cuenta con muchísimos medios regionales, supeditados económicamente a los centros de poder de los diferentes estados.
“Dicha fragilidad fomenta la violencia”, reconoce RSF. Cinco periodistas y blogueros fueron asesinados por ejercer su profesión en 2012.
Dos periodistas especializados en la información policial y en temas de seguridad tuvieron que huir del país el año pasado al mismo tiempo que en la última campaña electoral municipal registró un aumento considerable de amenazas y agresiones físicas a los medios de comunicación.
El informe analiza también el aumento de procedimientos judiciales acompañados por órdenes de censura, como el que llegó al diario O estado de Sao Paulo por lo que consideraron “una amenaza” a los intereses de la familia del ex Presidente José Sarney.
Sin embargo el punto de mira de la censura es Internet. Los que utilizan la red esperan con impaciencia la aprobación de una nueva ley denominada “marco civil” que garantice la neutralidad de la red, así como una nueva legislación de medios de comunicación que se ajuste a la nueva constitución democrática.
La obsoleta ley electoral, así como la mala regulación de las radios comunitarias, hace que la amplia sociedad civil brasileña se sienta ignorada. Desgraciadamente los intereses de muchos políticos vinculados a los medios hacen que el proceso sea muy lento.