Antes de que estallara la crisis política en Honduras, Donny Reyes intentaba poner su país en el mapa internacional, trabajando para aumentar la sensibilización sobre los abusos y la discriminación que sufrían lesbianas, gays, bisexuales transexuales y personas transgénero.
Pero cuando la turbulencia política sacudió al país centroamericano, los derechos humanos pasaron a un segundo plano.
“Habíamos iniciado conversaciones con la Oficina del Fiscal General, con miembros de la policía y con algunos miembros del gobierno en relación con la investigación [de los delitos contra los miembros de la comunidad LGBT] y con el acceso a algunos servicios públicos. Todo esto se interrumpió con el golpe de Estado”, explicó Donny.
Según la información publicada por la organización para la que trabaja Donny, la Asociación Arcoiris, los homicidios de personas transexuales también han aumentado notablemente desde el golpe de Estado.
Una investigación llevada a cabo por Arcoiris encontró que a lo largo de 2008 se habían producido 12 homicidios de gays, lesbianas, transexuales y personas transgénero en Honduras. En los cuatro meses transcurridos desde el golpe de Estado se habían cometido 14.
“Ésta es la cifra de muertes y delitos violentos que hemos documentado, pero no incluye muchos otros de los que no tenemos noticia, los que quedan impunes, perdidos en el limbo”, afirmó Donny.
Este activista -que fue víctima de abusos a manos de las fuerzas de seguridad en 2007- afirmó que el momento más preocupante de la crisis se produjo durante el estado de excepción declarado en la primera semana después del golpe, cuando se impuso el toque de queda en distintas áreas del país.
Durante ese periodo, al menos tres miembros de la comunidad LGBT murieron víctimas de homicidio. Fabio Zamora recibió un disparo en la cabeza cuando trabajaba en un mercado. Marion Cárdenas recibió un disparo en la frente el 29 de junio. Vicky Hernández murió de la misma forma en San Pedro Sula, durante el toque de queda, el 28 de junio.
“Durante el estado de excepción se percibía un clima de miedo, de pánico colectivo. Nada ni nadie podía moverse si no lo autorizaban las fuerzas armadas, en especial el ejército. Cuando se declaró el estado de excepción ese día, todo el mundo corrió a refugiarse en su casa. Lo que las autoridades hicieran esa noche no era asunto de nadie.”
Fuente:Amnistía Internacional