Son demasiados muertos y demasiados eventos para solo unos días. Levantarse de golpes así implica entender lo que estamos viviendo. La discusión en torno a si los hechos de ayer se pueden categorizar como terroristas es solo importante desde la perspectiva de las víctimas y las estrategias para contrarrestar el impacto que se está produciendo. Un acto violento no es terrorista porque lo afirme un político o no, sino por la naturaleza del suceso.
El terrorismo usa la violencia para producir pánico masivo en una sociedad a través de un acto dirigido hacia víctimas primarias. El target último, no obstante, es la psique colectiva. Los instrumentos son el hecho violento y los medios a través de los cuales el acto se difunde. El objetivo es provocar una alteración en la opinión, las actitudes y en la conducta de la sociedad con el fin de obtener ciertos beneficios, normalmente políticos, de ello. Lo que define entonces al acto como terrorista es la estrategia en la utilización de la violencia como herramienta y el mecanismo para propagar el miedo colectivo. Las víctimas directas, las lamentables muertes, son solo instrumentales al objetivo mayor: la sociedad en su conjunto.
Todo parece indicar que lo sucedido ayer en Monterrey se apega a estos lineamientos. Sin embargo, las investigaciones pudiesen revelar alguna otra cosa que al momento de este escrito desconocemos. La polémica, sin embargo, en cuanto a definir este acto como terrorista o cuasi-terrorista, desde la perspectiva de una sociedad psicológicamente impactada, resulta secundaria. Los efectos son en esencia los mismos: una sensación generalizada de impotencia, de angustia, y de temor exacerbado originado por la percepción de peligro y de que el Estado no está siendo capaz de brindar mínimas garantías de seguridad. En la medida en que actores diversos comprendan esta serie de mecanismos, utilizarán esta estrategia de manera repetida. Contrarrestar los efectos psicosociales que este tipo de sucesos generan se convierte entonces en prioridad. Esto no es un problema de salud mental, sino un tema de seguridad nacional. No podemos darnos el lujo de no comprenderlo.
Fuente: El Universal